Hasta ahora, la Sanjurjada era un término referido al torpe alzamiento militar del general Sanjurjo allá por 1932. Se rebeló en Sevilla un 10 de agosto, fracasó y fue condenado a muerte, pero la benevolencia de Azaña le granjeó el indulto, se fue exiliado a Estoril y moría en accidente de aviación el 20 de julio de 1936 cuando se dirigía a Burgos a sumarse, e incluso encabezar, el golpe de estado de Franco. Cuentan las malas lenguas que el avión cayó por un exceso de equipaje, pues el general era muy presumido y llenó el aparato hasta las cachas con maletas repletas de uniformes. Pero aquello, en este Gijón de 2012, queda muy lejano. Si le preguntan a un gijonés por la ‘Sanjurjada’ en estos tiempos seguro que da una acepción diferente.

Sacamos la cebolla a la calle (léase micrófono) y preguntamos a los gijoneses. Oiga, ¿qué es para usted la Sanjurjada? La primera mujer consultada, en pleno paseo del Muro, apunta al parking de la avenida de Castilla. “Ay fíu, eso que fizo el Sanjurjo no tien nombre. Tardó el doble de lo que dijeron, nun vendió ni la mitad de las plazas y ahora vemos en superficie esos casetones y esi carril bici que nun deja pasar a nadie. Se van a chocar todos con todos…¡Eso es una sanjurjada!”. Gracias señora, muy amable. La encuesta prosigue. El reportero se desplaza al merendero La Casina, en la avenida del Jardín Botánico. Ve a tres amigos tomando sidra al aire libre y les plantea la misma pregunta. “¿Sanjurjada? Pues eso que tienes delante. Mira qué ensalada de semáforos, con bay-pass incluido para girar hacia Viesques, cuando con una rotonda estaba todo solucionado”. Ciertamente, hay más de diez semáforos mirando en todas direcciones que se convertirían en cero con una simple rotonda. Los jóvenes ríen las salidas de pata de banco del que fuera concejal del Urbanismo gijonés. 

La tercera escala es Nuevo Roces, junto al Leroy. Oiga caballero, ¿qué es una sanjurjada? Al momento, posa las dos bolsas que carga repletas de destornilladores, cinta aislante y demás artilugios para señalar directo a la rotonda. “Eso chaval. Eso es una sanjurjada”. ¿Qué le pasa a la rotonta?, pregunto. “¿Qué le pasa? Mira chaval, tú llegas a la rotonda y entras al Leroy. Cuando sales ya no puedes volver. Tienes que tirar un kilómetro palante, casi hasta la Cooperativa, coger otra rotonda y volver otro kilómetro para regresar hasta el punto de partida. Y todo eso, recién construido. Preguntai a Sanjurjo cómo se puede ingeniar esto…”. O sea que las obras en Gijón en los tiempos recientes de este edil de rostro impenetrable tenían por así decirlo un defectillo incorporado, un distintivo de la casa, a tenor de la encuesta ciudadana.

Sale de nuevo el reportero al Muro para reflexionar sobre el término ‘Sanjurjada’. Cuando pasa por la avenida de Castilla una ambulancia está aparcada junto a la boca de entrada al parking. Un coche se ha comido a un ciclista cuando se disponía a entrar. Le están dando primeros auxilios al de la bici. Um, esto huele mal. Una comisión de expertos de la Wikipedia está tomando notas a pie de accidente. Unos días después, abre esta página web y descubre una segunda acepción de ‘Sanjurjada’: 2.Dícese en Gijón (Asturias) de aquella obra que se prolonga en el tiempo sin razón aparente y deja a su término  estructuras contradictorias para la funcionalidad de su objeto, tales como poder entrar pero no salir, o viceversa, o bien generar puntos de conficto entre sus usuarios, como podrían ser peatones, ciclistas y conductores; todo ello con costes añadidos innecesarios”. U sea, una chapuza.