Acostumbrados, a lo sumo, a una Iglesiona; se nos atragantó la Catedral. El Sporting fue una marioneta, la noche del lunes, en manos del Athletic de Bilbao, pese a tener mil gargantas en la esquina sur del magnífico y reluciente estadio metiendo más ruido que la parroquia local. Poco se les pegó a los jugadores, que tal parecían asombrados de jugar en el estadio, de largo, más bonito de España. La sensación inicial era esa tan clásica de ser felices con el cero cero fuera de casa. Y la siguiente, de mera impotencia frente a un rival que no hizo nada del otro mundo más que esperar, bajo la batuta de Beñat (Pirlo a la bilbaína), que el asedio del área sportinguista diera sus frutos. Y los dio. Desbordables en defensa, con un doble pivote convertido en trivote totalmente inconsistente, unas alas inexistentes y un delantero centro solitario, enseguida se vio que no había absolutamente nada que hacer. Parecía una quimera incluso poder tirar a puerta y servidor, con su padre y su primo por compañía, dedicó el partido a la tertulia familiar y la admiración del campo. Sus gradas, su tejado ondulante, sus relucientes marcadores… Todo en el nuevo San Mamés es de paquete, a falta de completar el anillo intermedio de vips que dejará el aforo en 53.000 espectadores.

Si este Sporting sin chicha fuese a ser el de la Liga ya estaríamos en Segunda. Pero esperemos que haya sido sólo una pájara. O dos, contando la anterior. Sin intensidad, todos lo saben, no hay opción a nada. Ese genio exhibido ante el Madrid en la primera jornada hay que sacarlo contra todos. Ante el Granada el Sporting jugó fatal y en Bilbao fue un fantasma sin rumbo. Hay que resucitar en casa ante el Málaga: jugar con genio, meter la quinta y corregir la posición de Halilovic, demasiado esquinado en la banda, para que actúe de segundo delantero. Quizá también merezca Jony chupar un poco de banquillo.

Cada vez que pisas Bilbao constatas que allí la obra pública no es que avance; galopa. Y, además, con criterio. Solo por mencionar los últimos dos años, en ese tiempo se ha levantado el nuevo San Mamés, han habilitado un nuevo acceso soterrado al centro, que desemboca en Sabino Arana y acaban de demoler el escalextric que descendía hacia el Sagrado Corazón, que será sustituido por una amplia acera. Avances, avances, avances. Y además con gusto y criterio. Si les relatamos a estos bilbaínos tan pujantes nuestros culebrones no darían crédito: el metrotrén, el solarón, la variante de Pajares, la ZALIA, la estación de autobuses, la ería del Piles, el Muro con coches, el colector de la zona Este en vilo, el Piles-Infanzón destrozado… Todo sin expectativas, con torpezas, sin plazo ni horizonte alguno. Pisas Bilbao y ves que el dinero, además de abundar, se gasta bien, con criterio y planificación. Sientes una diferencia casi tan abismal como la del partido de fútbol sufrido por los sportinguistas. ¿Aprenderemos algún día? Difícil. Aquí estamos demasiado enfrentados los unos con los otros, los políticos asturianos son demasiado mediocres y el criterio brilla por su ausencia. Veinticuatro horas en Bilbao te recuerdan que, en medio de tanto cafre, se pueden hacer las cosas bien o muy bien. De verdad. ¡Os lo juro por Adúriz!