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Miguel Mingotes

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Al campo con… David Roldán

David Roldán Calvo (Palencia, 1974) Músico

EL SILENCIO ES MÚSICA

El otru día encontré en la calle un pájaru muertu, un Turdus philomelos, o sea,  ‘amigo del canto’. Le cuento a David que, con la delicadeza que saco a veces, poselu en una papelera. David me dice que lo siente y que los malvises cantan muy bien. David es músico, y amigo de los pájaros.

-Oye, Casals, viniendo por el parque oí el cant dels ocells: ‘¡Fiufí, fiufí!  ¡Fiufí!’.

Con una sonrisa, repetimos la frase melódica, ¡Fiufí, fiufí; fiufí!, y entramos por la puerta de Prensa como Pedro por su casa:

-¡Eh, eh! ¿Adónde creen que van?

-¡Somos prensa, tío! ¡Fiufí, fiufí! ¡Fiufí!

David es profesor  de viola del Conservatorio de Gijón, barítono del coro León de Oro de Luanco y colaborador de orquestas como la Filármonica de Oviedo, pero considera que lo más valioso que ha hecho “y lo que más aportó a mi ciudad, fueron aquellos conciertos didácticos con Óliver Díaz, Pachi Poncela y la Orquesta Sinfónica de Gijón que algún político decidió suprimir”. Una pena.

David tiene una hija de seis años, Inés, y otra de tres, Ana:

-¿Es difícil dirigir un dueto?

-¿Cómo, cómo?

-¿Que si es difícil dirigir un dueto?

-Es difícil, sí; es difícil porque tiende a dirigirse solo…

David dirigió durante mucho tiempo el coro del Grupo:

-Oye, ¿y manejar un vestuario?

-No me dejaban; me quedé solo con la batuta.

(Imagino a Abelardo de frac dirigiendo desde la banda.)

-David, ¿te gusta el fútbol?

-No soy nada futbolero, pero de la obsesión por este deporte de mi profesor de filosofía, Juan Alonso, deduzco que esconde una dimensión intelectual y estética que se me escapa.

Panenka lo compara “con la música; siempre son las mismas notas, pero siempre salen melodías nuevas. Con el balón pasa lo mismo. Esto es creatividad, divertimento”.

-En el sentido de la improvisación, ¿es más parecido el fútbol al jazz que a la música clásica?

-Sí, por dos razones: por un lado, contiene ese elemento improvisador que se perdió en la música clásica, y, por otro, a ratos tocan juntos, a ratos, solos: eso pasa en el fútbol.

Asomamos al campo:

-Cómo me presta –dice-; tengo que venir más veces. Qué luz más bonita…

Suena el himno: ‘Vencedor por los campos de España…’.

-Parece Wagner, ¿eh?

-Sí. Como diría Woody Allen, dan ganas de invadir Polonia.

Cuando habla de música, David es como Fernando Argenta y Araceli González Campa juntos: da gusto oírle.

Camiseta a Lora por doscientos partidos con el Sporting. Llevo yo más, y nunca me dieron nada.

Pita el árbitro.

-Oye, sin coña: ¿el pito es un instrumento musical?

-Desde luego; de los pocos que sirven para algo.

A los cinco minutos, el Molinón es un clamor: ‘¡¡Di-rec-tiva, di-mi-sión!! ¡¡Di-rec-tiva, di-mi-sión!!’, y muchísimos carteles con esta leyenda: ‘ACCIONARIADO POPULAR’.

En el descanso, David guasapea:

-Es que es el cumpleaños de mi hija.

-Felicidades, Inés. Seis añinos…

A las 6,10 GOLAZO de Yoni.

-¿No dices nada?

-…Que lo vi venir, lo vi venir…

David guasapea el gol con sus amigos: “¿Qué haces ahí?”, le dicen.

-¿Tú tienes guasap?

-No…

Luego vendrán más goles y más guasaps y un frío de mil demonios.

Al salir, casi como Scott, pero contentos con el concierto, nos despedimos como tordos philomelos:

-¡Fiufí, fiufí!

-¡Fiufí!

 

Por Miguel Mingotes

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