Enfrentamos un año más las tan ansiadas y temidas fiestas navideñas. Ansiadas sobre todo por los niños que conservan la magia y que, libres de colegio y responsabilidades, disfrutan cada día como todos hicimos cuando éramos pequeños. Temidas por quienes echarán de menos a algún ser querido o por quienes tendrán que sentarse a la mesa en varias ocasiones junto a familiares con los que tienen conflictos pendientes que renacen al calor de estas fiestas. Son, para muchos, fechas de alegría pero también, para otros, de conflictos de familia y de pareja.
Para estos últimos, dejamos algunos consejos, que parecen sencillos de seguir, pero que año tras año se van olvidando:
1.- Los días en que se reúne la familia para celebrar no son los más adecuados para sacar a relucir problemas familiares. Todos opinarán o tomarán partido por uno u otro y el conflicto en lugar de resolverse se multiplica. Mejor tener paciencia, pensar con calma en aquello que hay que resolver y tratarlo en privado.
2.- Si es otro el que saca el asunto complicado en el momento menos oportuno hay que conservar la calma y cambiar de tema lo antes posible. Si no se puede hacer disimuladamente mejor es cortar de frente antes que meterse en la discusión.
3.- Los niños deben estar al margen de las discusiones familiares de los adultos. Aunque no nos demos cuenta están pendientes de nuestras conversaciones y podemos hacerles mucho daño.
4.- Si los problemas de pareja se agudizan en estas fechas no hay que precipitarse a la hora de tomar decisiones. Cualquier paso hacia la ruptura tiene implicaciones legales importantes, de modo que antes de actuar conviene asesorarse. Algunas decisiones o conversaciones difíciles no tienen vuelta atrás. No debe emprenderse ese camino sin estar seguro y legalmente respaldado.
5.- Si existe un divorcio, conviene dejar muy claro antes de las vacaciones cómo se repartirán los tiempos y explicárselo a los niños con total normalidad y sin descalificar al otro. Son fechas muy importantes para los pequeños de la casa y hay que intentar que lo sigan siendo. Nada de comparar regalos, quejarse por la ropa que contiene la maleta o recordar una y otra vez los defectos del otro. Centrémonos en lo importante y no hagamos un mundo de un grano de arena. Poco a poco y con el tiempo los niños irán haciéndose su propia idea sin nuestra ayuda.
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