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José María Urbano

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El hombre del maletín

El vidrio y el eólico, dos sectores claves en Avilés que deberían explorarse para encontrar nuevos negocios

Hace treinta años, más o menos, la barra de la Cafetería Germán era el escenario diario en el que los que nos reuníamos con el primer café de la mañana para arreglar el mundo, y de paso Avilés, asignábamos al alcalde el papel protagonista de «El hombre del maletín», porque entendíamos que en plena crisis industrial no debería haber mayor empeño que «salir al mundo y vender» las enormes posibilidades que ofrecían las cinco multinacionales asentadas en Avilés y comarca. Y nadie mejor que el alcalde para desempeñar aquella misión que debería tener como objetivo principal abrir los ojos a empresas e inversores sobre las ventajas de un concepto que estuvo en aquel tiempo tan en boga: el de las «aguas abajo». Es decir, aprovechar el producto de las empresas tractoras de la comarca –acero, vidrio, zinc, aluminio y los materiales de DuPont– y sacar un rendimiento adecuado en la tarea de la transformación, en los productos que son los que aportan mayor valor añadido.

Pantalla táctil de un modelo Tesla, que se pone como ejemplo de conectividad. Foto: LVA

Hace escasas semanas, ingenieros de Seat y Renault coincidían en que en los próximos quince años el sector del automóvil va a vivir una completa revolución con la conectividad de los coches, hasta el punto de que, aventuraban, el coche será la cuarta pantalla tras el televisor, el ordenador y el teléfono móvil. Nos encontramos ante un cambio tan radical que todo lo que rodee a esa conectividad va a suponer el 40 por ciento de todo el negocio de la automoción.

Las pantallas de LCD/TFT con diseños multiconfigurables son la tecnología de ese futuro que ya tocamos con las manos: el Tesla Model 5 cuenta con una impresionante pantalla táctil de 17,5 pulgadas. Y todos los fabricantes de coches coinciden en que el nuevo elemento de venta que va a ser más demandado va a ser precisamente el de la conectividad.

Saint-Gobain, la multinacional francesa del vidrio que tiene en Avilés la única planta española en la que fabrica los parabrisas de los coches, se encuentra en una encrucijada. Agotado el ciclo normal de cualquier producto –ser el primero en salir al mercado, disponer de tecnología propia y aprovechar la fase de madurez hasta que venga alguien dispuesto a hacerte sombra en calidad y en precio–, la empresa observa que el vidrio de automóvil de Avilés le ofrece un mayor dividendo si lo hace en Polonia o en Chequia, o centra en Marruecos la base de operaciones de un mercado en clara expansión.

Ya se apuntó en esta misma sección el pasado 9 de octubre: existe el riesgo de morir de éxito si no se encuentran alternativas con nuevos productos en los que se aproveche la tecnología, la mano de obra cualificada y las instalaciones de Avilés.

Hace años, el centro de I+D de Saint-Gobain en Avilés, el famoso y añorado CIDA –el Avilés R&D Centre actual no es lo mismo– experimentó con una novedad que dio la vuelta al mundo: hacer que toda la información del coche se reflejara en el parabrisas. Se dijo en su día que Toyota pensaba instalarlo en sus vehículos, aunque luego poco se supo del rendimiento de aquella investigación.

Ahora, cuando la propia multinacional ha anunciado a los sindicatos que se dispone a rebajar la producción en Avilés en un once por ciento el próximo año –mientras el sector del automóvil anuncia crecimientos– es el momento de interrogarse si Saint-Gobain no podría plantearse ir a la producción de esos vidrios especiales que van a requerir los fabricantes de coches para la puesta en marcha de esa conectividad que se nos anuncia como imparable. Y si no fuera la propia empresa francesa, ¿no hay nadie en Avilés, en Asturias, que se plantee la cercanía de la producción de vidrio para explorar la posibilidad de aprovecharla y montar aquí un negocio basado en esos vidrios especiales para la automoción? ¿No podría la propia Saint-Gobain apoyar esa iniciativa poniendo a disposición de esa nueva compañía el conocimiento y la cartera de clientes de los fabricantes de coches con los que ella opera en la actualidad? ¿Podría plantearse una ‘joint venture’ con algún grupo interesado? ¿Alguien, alguna institución, se ha planteado esas posibilidades? Todo lo anterior supeditado, lógicamente, a que Saint-Gobain aclarase si ese tipo de vidrio es factible producirlo en Avilés o si, por el contrario, es materialmente imposible con la tecnología e infraestructura actuales de la planta de La Maruca.

Eva Pando, directora del Idepa, acaba de declarar esta misma semana: «Tenemos que crear nuevos habilitadores y nuevos productos para desarrollarlos en Asturias».

No sé si ese campo de los vidrios especiales para la automoción se puede presentar como una oportunidad de negocio a explorar o, si como sucede tantas veces en esta región nuestra, esperamos que otros, a lo mejor con menos posibilidades, se adelanten.

El sector eólico

Leo que la megafusión realizada por la multinacional alemana Siemens y la española Gamesa con vistas al negocio eólico ha sido acogida por el Gobierno vasco «en clave de oportunidad» para el posicionamiento de la industria vasca en el mundo.

E inmediatamente me voy a repasar el estudio realizado en el seno de la Fundación Deusto en 2012, «Análisis de la cadena de valor de la industria eólica vasca: oportunidades y ámbitos de mejora», en el que a partir de sus dos compañías tractoras del sector eólico, Iberdrola y Gamesa, se hacía un planteamiento general para aprovechar el desarrollo de decenas de empresas vascas que estuvieran en el «acompañamiento» de esos dos gigantes. Y cómo, a la hora de hablar del sistema regional de innovación señalaba que la efectividad de las actividades de I+D+i desarrolladas por agentes especializados –centros tecnológicos, universidades, centros de excelencia, unidades de I+D empresariales, entre otros– es el más eficaz, ya que tiene en consideración las idiosincrasias locales y está centrado en las especializaciones científico-tecnológicas del sistema productivo del territorio.

Avilés cuenta con otra empresa tractora del mundo eólico, el Grupo Daniel Alonso –Windar, Idesa–, capaz de buscarse un socio del nivel de Navantia para determinados proyectos, con un proceso de internacionalización que de momento se ha centrado en Brasil, India y México y con clientes globales del nivel de Acciona, General Electric, InoxWind, Alstom, Iberdrola, Phil, Gamesa, Vestas, Siemens, Suzlom o Zublin, entre otros.

¿Se ha planteado en Avilés, en Asturias, alguna forma de aprovechar esta nómina de multinacionales para explorar cualquier oportunidad? ¿Alguien ha empezado por sondear a los de casa, es decir, al Grupo Daniel Alonso?

Treinta años después y a la vista de los resultados «aguas abajo» –que los ha habido y son incuestionables– no sé si seguiría haciendo falta «El hombre del maletín» para que Avilés aprovechara todas sus inmensas posibilidades.

 

Artículo publicado en La Voz de Avilés-El Comercio el día 4 de diciembre de 2016

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Sobre el autor

José María Urbano. Periodista. ExJefe de Redacción de La Voz de Avilés-El Comercio. Columnista de este periódico y director de AsturiasInnova+, el proyecto de divulgación de la innovación, la ciencia y la tecnología adscrito al Grupo El Comercio (Grupo Vocento). El relato de los hechos y los fundamentos de la opinión sólo pueden tener su base en el poder de los datos. En un mundo en el que imperan los clics, los shares, las notas teledirigidas, las ruedas de prensa sin preguntas y las declaraciones huecas en busca de un titular, hay que reivindicar el periodismo hecho por profesionales. Política, economía, cultura, deportes... la vida en general, tienen cabida en este espacio que pretende ir más allá de la inmediatez, la ficción y el ruido que impera apoyado en las redes sociales. El periodismo es otra cosa.


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