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José María Urbano

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¿Y ESTE ODIO?

Lluís Llach fue durante muchos años un referente de la ‘Nova cançó’ catalana y algo más: fue el banderín de enganche de miles de españoles, de miles de universitarios que veían en sus canciones y en el movimiento en el que participaba una forma más de protesta contra la dictadura franquista.  Es cierto que Llach fue protagonista de hitos que han quedado para la historia, como su L’Estaca o su concierto en el Olimpia de París, su exilio y sus conciertos a la vuelta a España, pero tampoco es que pueda arrogarse para sí algo distinto a todos los que participaron en aquel movimiento: Els Setze Jutges, Escamilla, Nuria Feliú, Raimon, Guillermina Motta, Pi de la Serra María del Mar Bonet, y por supuesto el grande: Joan Manuel Serrat.

Serrat el facha, según los descerebrados que como Lluis Llach se han arrogado el derecho de otorgar carnés de catalanes puros, que es el primer paso hacia el fascismo puro y duro.

Luis Llach, hijo de terratenientes carlistas y de origen extremeño, es hoy uno de los diputados de Junts pel Si, que lo mismo habla de España como ‘Ñ”,  que no se corta en insultar a “esos cerdos españoles”, traicionando así a todos aquellos “cerdos españoles” que le aclamaron, le siguieron y ayudaron a engordar su cuenta corriente.

Lluís Llach. Foto Laura Gómez.

Lluís Llach. Foto Laura Gómez.

Lluis Llach acaba de declarar que el MHP (Molt Honorable Presidente) de la República Catalana viajó a Bruselas para denunciar la opresión española,  como si este país fuese el mismo que él combatió a partir de los 60-70, cuando se encontraba secuestrado por una dictadura.

El MHP (según Luis Antonio Alías, el ‘Muy Hijo de Puta’), el escapista, el cobarde,  ha dejado en ridículo a ridículos como Lluis Llach, que se erigieron en salvadores de una República de circo en el que él y por supuesto el MHP Puigdemont encarnan el papel de payasos. Payasos que deshonran a los payasos. Con una salvedad: este ridículo tiene un precio gravísimo. En primer lugar, la quiebra en la sociedad catalana; la quiebra entre la sociedad catalana y la española; el coste de una aventura que ya se ha cifrado en 12.000 millones de euros que tenemos que pagar todo el país, sí, también los “cerdos españoles”; el ridículo de este país ante la UE…

Sería de agradecer que Lluis Llach y tantos Lluis Llach como han aparecido en los últimos tiempos nos explicaran a todos los españoles (no sólo a los catalanes) de dónde ha salido ese odio que desde hace un tiempo ha florecido contra una ciudadanía que luchó por una sociedad más justa en la que se supieron agradecer movimientos como el de la ‘Nova cançó’, que auparon a gente como Lluis Llach y que al final consiguieron el objetivo máximo: un país moderno, democrático, que lucha por la igualdad, que figura por derecho propio entre los más destacados del mundo y que, gracias a esos logros,  hasta permiten que un idiota como Lluis Llach nos insulte a todos impunemente.

 

 

 

 

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Sobre el autor

José María Urbano. Periodista. ExJefe de Redacción de La Voz de Avilés-El Comercio. Columnista de este periódico y director de AsturiasInnova+, el proyecto de divulgación de la innovación, la ciencia y la tecnología adscrito al Grupo El Comercio (Grupo Vocento). El relato de los hechos y los fundamentos de la opinión sólo pueden tener su base en el poder de los datos. En un mundo en el que imperan los clics, los shares, las notas teledirigidas, las ruedas de prensa sin preguntas y las declaraciones huecas en busca de un titular, hay que reivindicar el periodismo hecho por profesionales. Política, economía, cultura, deportes... la vida en general, tienen cabida en este espacio que pretende ir más allá de la inmediatez, la ficción y el ruido que impera apoyado en las redes sociales. El periodismo es otra cosa.


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