¿Cómo habrá asumido Gabino de Lorenzo la sentencia judicial contra Jaime Reinares? Y es que, por mucho que sus cuidadores mediáticos le hayan querido ayudar, lo cierto es que la susodicha sentencia supone sin ningún género de dudas una severa derrota política para el ex regidor ‘vetustense’, severa derrota cuando es, además, un político amortizado al que su partido decidió premiar nombrándolo delegado del Gobierno. Y es que, al final, aquellos correos electrónicos que se hicieron públicos no eran un episodio más del cacareado ‘cerco a Oviedo’ que tanto explotó el ‘gabinismo’, sino que se trataba de muy distinta cosa: de consideraciones técnicas de unos profesionales que se sustrajeron de forma nada ortodoxa con respecto a la legalidad y con respecto también a la intimidad de las personas.

Gabino, en la Delegación del Gobierno. Jaime Reinares, condenado al ostracismo político por parte de su propio alcalde. Esto escenifica la pérdida de una batalla tras la retirada de la política en una cómoda canonjía. Y, en lo que a Reinares se refiere, su resistencia a dimitir no hace más que aumentar el más que merecido descrédito de la mal llamada clase política.

Pero volvamos a lo que es, a mi juicio, lo más esencial de este asunto. El electorado en 2011 le impidió a Gabino llevar a cabo su última arbitrariedad como regidor ‘vetustense’ que, según me dicta la memoria, declaró que se le había ocurrido tras una exhibición de Fernando Alonso. La tal ocurrencia llevaría a despanzurrar el centro de Oviedo en un momento en que la crisis económica ya estaba golpeando muy duro. Pero eso no era obstáculo para el empeño.

Y, sobre todo ello, planeaba cómo hacer frente a los gastos que estaba originando Villa Magdalena. Y los correos de marras versaban, según parece, sobre la más que dudosa legalidad de lo que se pretendía llevar a cabo. Un saqueo a la intimidad en el que Reinares dio la cara. Y ahora llega la sentencia. Con ella, se pone de relieve el manifiesto arrinconamiento de Gabino de Lorenzo y sus megalomanías.

Reinares, en un despacho que no está ubicado en el edificio Consistorial. Gabino, en la Plaza de España. Aquel Oviedo tan guapo que, en realidad, era, como escribí muchas veces, el decorado de la casa de un nuevo rico, derivó en todo esto. Aquel matonismo político sustentado en mayorías absolutas dio en todo esto. La nada siendo. La nadería de un discurso demagógico. La nadería de un supuesto amor a Oviedo que se traducía en continuas ausencias de Gabino en los Plenos. La nadería de un despilfarro.

Con la sentencia contra Reinares, el ‘gabinismo’ tiene ante sí su partida de defunción política. No hay herencia política para ser administrada entre sus deudos. Lo que hay es un panorama de fracaso que afecta a la ciudadanía de Oviedo, que firmó una larga hipoteca con un ‘gabinismo’ que se quedó una vez más en una historia de ruido y furia contada y cantada por un coro que ahora mismo ni está ni tampoco se le espera.