Es imposible que el propio interesado se esté percatando de ello, pero a Rajoy le está sucediendo una de sus peores pesadillas imaginables, que consiste en que cada vez se esté pareciendo más a Zapatero. Escribí no hace mucho que haber negado la corrupción hasta hace muy poco le está haciendo el mismo daño a don Mariano que el que en su día sufrió Zapatero por no querer darse por enterado de la crisis. Pero, por si esto fuera poco, ahora está incurriendo en el mismo triunfalismo que su antecesor. Afirmar que la crisis se quedó atrás dejaría atónito al mismísimo doctor Pangloss. Entre la indolencia y el más alborozado de los optimismos, el todavía líder del PP se está hundiendo en un desprestigio memorable.

Y, hablando de juegos, otro de los asuntos en los que Rajoy se está conduciendo con una torpeza más que manifiesta es el de su actitud ante la deriva independentista del Gobierno catalán. Ya sé –perdón por la obviedad– que en ese asunto la solución no está sólo en el Gobierno de España, pero, aun así, la forma en que lo viene asumiendo no hace más que enquistar el problema.

Repito: ¿A qué juega Rajoy? A este hombre al que se le suponía, al menos, la sensatez de don Pero Grullo, se le vienen encima los problemas, y, ante ello, o incurre en un optimismo inconcebible o se refugia en la indolencia.

Por si todo esto fuera poco, esa indolencia con que enfrenta y afronta los grandes y graves problemas no le impide darle a este país la mayor pasada por la derecha más reaccionaria desde la transición a esta parte. Su proyecto de seguridad ciudadana, conocido desde el primer momento como «la ley mordaza» va inequívocamente en esta línea.

Prohibido queda manifestarse ante el Parlamento. Así pues, la ciudadanía sólo puede acercarse al lugar donde trabajan sus teóricos representantes a aplaudirlos cuando pasan por delante de tal lugar.

De otro lado, en el país en el que muchos banqueros que llevaron a la bancarrota las entidades financieras que dirigían se fueron con indemnizaciones millonarias, en ese mismo país, digo, costará muy caro el intento de paralizar un desahucio.

Por otra parte, la LOMCE de Wert se propone empeorar aún más –lo que no es nada fácil– el sistema educativo, entre otras cosas, ninguneando aún más la presencia de una materia tan básica para que haya ciudadanos críticos como la filosofía.

¿A qué juega Rajoy? Pues, además de indolencias y triunfalismos afrentosos a la inteligencia, se propone –y lo está llevando a cabo– derechizar aún más este país, hacerlo más desigual e injusto y convertir los recortes en permanentes, a pesar de que según él, la crisis haya quedado atrás.

Los cuatro de años de Rajoy comenzaron siendo un fiasco y llevan camino de terminar en pesadilla.