Un arranque de la trama que impresiona, estremece y sobrecoge, a resultas de una matanza cruel, cobarde, ruin y horrorosa, que sucedió en un tiempo y un país donde la bestialidad humana desconoció por completo los límites. El protagonista de esta historia, un niño en el momento mismo de los actos infames con que da comienzo la novela, presencia cómo matan –y rematan- a su padre y hermano, en una escena escalofriante que dejará en la madre las secuelas de una locura que, andando el tiempo, la llevará al suicidio, y, en el personaje que nos ocupa, un afán de venganza que fundamentará su vida desde entonces.
En el primer capítulo de esta novela, se manifiesta una ambición literaria que muestra un compromiso claro desde el punto de vista estético y, al mismo tiempo, el referido capítulo constituirá el hilo conductor del resto de la narración.
Narración en la que se alternan tiempos y voces, tiempos en los que destaca el buen uso del presente histórico en las últimas páginas de Cadaval, tiempos que, en lo sociológico, nos remiten a la más dura posguerra, así como a episodios épicos que protagonizan los guerrilleros, en este caso, el que protagoniza la novela.
También hay amores y pasiones, entre Cadaval y la hija del maestro, amor trágico marcado por el determinismo de los tiempos.
Cuando las montañas sangraban, cuando, peñas arriba, se emplazaban luchadores románticos, condenados de antemano que, sin embargo, no se resignaban a la represión y a las injusticias..
Alberto Polledo, con esta novela, construye toda una poética de la venganza, que da cuenta de unos tiempos cruentos e injustos, en los que la dignidad y la libertad eran perseguidas con saña.