Un año más o un año menos, según se mire; uno gastado o uno nuevo por gastar, si prefieren aquello del vaso medio optimista o medio pesimista. La vertiente optimista es la que toca. Siempre, a poder ser, y no por nada sino porque todo se lleva mejor, aún en las malas; aunque a veces sea muy difícil y a veces simplemente no apetezca más que un comino. Pero es lo que toca, sí, si no se puede siempre al menos con la excusa del calendario. Habrá que subirse al carro de la ocasión, la que pintan calva, adornan con chirimbolos, endulzan con chocolates y peladillas, atronan con cantares de dudosa afonía, desbordan de regalos entre merecidos y permisivos. Es una feliz ocasión, ha de serlo. Al menos la esperanza y los deseos de este ñoño desván lo son. Han de serlos.
Aquí no se reparte carbón, ni del dulce de mentira. Sean felices. De verdad.