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Alberto del Río Legazpi

Los episodios avilesinos

Histórico centenario de la aviación en Avilés

El primer ciudadano avilesino que vio la villa desde el aire fue Rodrigo González, en el verano de 1914, cuando volar constituía una verdadera heroicidad.

Por entonces, Avilés, vivía excepcionales momentos en los negocios portuarios y de almacenistas, gracias a su neutralidad en la primera Guerra Mundial que permitía a España abastecer a ambos bandos y por el puerto avilesino salía mercancía a punta de pala. También, por aquel año, abrió el hotel ‘Esperanza’ de Salinas y cerró ‘El Diario de Avilés’. Y los marqueses de Ferrera hicieron saber a sus amistades que habían batido un record al invertir poco más de nueve horas en un viaje a Madrid en coche. No sabían que el automóvil que estaba naciendo (no llegaba a 30 el parque automovilístico avilesino) ya se había quedado antiguo el invento, con la llegada de un artefacto volador a Avilés aquel mismo año.

Desde Llaranes –que a poco que te fijes está en muchos guisos históricos de Avilés– despegó una avioneta, en el verano de 1914. Las escasas noticias dan cuenta que «en un avión ‘Ponierd’, el arriesgado avilesino Don Rodrigo González, se elevó desde un campo de Llaranes, y realizó una comple­tísima exhibición aeronáutica ante sus compueblanos». Luego fuese el avión y hubo años y años sin noticias aeronáuticas, excepto las trágicas derivadas del doble bombardeo aéreo –un episodio aparte– del Avilés republicano durante la Guerra Civil.

En1952 habilitaron un campo de aviación en los llanos de Llanera para establecer una línea regular de pasajeros con Madrid. Este aeropuerto, de La Morgal, se clausuró en junio de 1963 ‘por razones técnicas’. Hay que decir Llanera era una de las zonas más alta densidad de niebla en Asturias. Es cosa sabida.

Así que me quedo con la copla de aquel piloto avilesino de 1914, que había estudiado en la Escuela de Aviación de Getafe, donde Juan de la Cierva hizo volar el primer autogiro, que como se sabe es el padre del helicóptero.

En Asturias también hubo autogiro, faltaba más. La cosa empezó a volar en los años cuarenta y tuvo un éxito multitudinario: el madreñogiro. Publicaciones, cromos, teatro y hasta película avalan el invento del genial dibujante Alfonso Iglesias, autor de los personajes Pinón y Telva. Y de Pinín, «que de Pinón ye sobrín» y que era el piloto del artefacto que viajaba por todo el mundo en el madreñogiro, un revolucionario transporte consistente en una madreña que tan pronto servía de barca como volaba gracias a las hélices movidas por un muelle de fragua de ferrero.

Pinín fue el piloto de ‘El Principito’ asturiano. Si el autor del famoso libro, el aviador francés Antoine de Saint–Exupèry, hubiese vivido en Taramundi o en Covadonga, también hubiese embarcado al protagonista de su obra literaria en el madreñogiro, paradigma de las históricamente desastrosas infraestructuras asturianas por tierra, mar y aire.

Tal era nuestra miseria en esto de las comunicaciones, por ejemplo en 1968, que ni teníamos una autopista ‘Y’ a la que echarnos a la boca con aquellos Seat 600, que quemaban juntas de culata por los caminos que el imperio romano nos había trazado cuando intentó colonizarnos hace veinte siglos. Los miles de ‘seiscientos’ se despeñaban por nuestros miles de históricos baches. Ahora tenemos una Autovía del Cantábrico que, a su paso por Asturias, está aún sin terminar habiendo comenzado las obras hace un cuarto de siglo. Histórico.

Y de la variante ferroviaria de Pajares ¿Qué decir?

Por eso, porque durante siglos tan caras se vendieron –y siguen vendiéndose– las infraestructuras viarias, terciarias, ferroviarias y cuaternarias es por lo que el miércoles 18 de junio de 1968, podemos decir que se produjo un hecho milagroso. Aquel histórico día le aterrizó todo un aeropuerto a ésta región de la Reconquista, de don Fernando Alonso, el de la Fórmula-1, y de doña Letizia Ortiz, Reina de España desde el jueves pasado. Histórico.

El prodigio, sucedió en la comarca de Avilés y municipio de Castrillón, por tanto no digan Ranón, porque es población del municipio de Soto del Barco, cuyo nombre me suena a angulas. Las instalaciones aeroportuarias ocuparon fincas castrillonenses, mayormente de Anzo, Santiago del Monte (como bien enseña mi amigo Román L. Villasana), Bayas y alguna de Naveces. Y tampoco digan Aeropuerto de Oviedo, como se empeña alguna compañía aérea, porque su nombre oficial es Aeropuerto de Asturias.

Decía que fue en 1968 cuando se produjo el portento de ver como aterrizaba un aeropuerto en Asturias. ‘Aterrícenmelo como puedan, pero en Asturias’ habría dicho el general Franco, entonces jefe del Estado, a los de Fomento de entonces. Y un avión tomó tierra en Castrillón y Francisco Franco fue nombrado ‘Alcalde Perpetuo de Avilés’, aunque años después fuese destituido, como tal, por otra corporación, hecho ocurrido el 15 de noviembre de 2007. Histórico.

Por cierto que un año después de aquella inauguración aérea, acudió a Madrid (en autobús, no en avión) a entregarle, a Franco, el bastón de mando y la medalla de la ciudad, una delegación avilesina presidida por el alcalde Fernando Suárez del Villar, junto con el secretario del Ayuntamiento, Jaime Villanueva, y los concejales: Enrique Alonso, Ignacio Menéndez Trabanco, Fructuoso (‘Toso’) Muñiz, Emilio Alonso Illobre, Benito Fernández, Francisco Prieto, Gerardo García Blanco, Manuel Figueiras López-Ocaña, César Blanco, Alejandro López-Ocaña y Jesús Fernández (‘Miñán’).

Todos iban de chaqué, prenda obligatoria en las audiencias del Jefe del Estado. Y al regreso, al salir del acto, los nervios quizá les habían hecho subir al autobús sin haberse cambiado el traje de ceremonia. Y como ancha es Castilla, y con el sol en todo lo alto ni te digo,  y como allí los pueblos escasean a orillas de la carretera y que para coronar la faena el vehículo no llevaba aire acondicionado, pues convirtióse el autobús en un infierno. Tal era el sofoco que no pudiendo aguantar más, y en plena, pelada y soleada meseta castellana, mandaron parar al chofer del autobús y bajaron en tropel a mudarse de traje, en un descampado no lejos de Villacastín, sin reparar que el tráfico era constante en la carretera, causando el asombro –lo tiene contado Venancio Ovies, que viajaba como periodista– de «los automovilistas que circulaban por la carretera y pudieron presenciar el más insólito strip-tease a cargo de gentes, muchos de ellos, cargados en carnes y maduritos». Nunca supieron que era la Corporación de la Villa de Avilés en calzoncillos. Histórico.

El caso es que desde 1968 el aeropuerto fue creciendo (con obras de ampliación realizadas en 1982, 1994 y 2003), en medio de alegrías y pesares. Y de contratiempos técnicos como los derivados de la niebla ‘meona’ tan propia de estos últimos tiempos azotados por el cambio climático, aquello que muchos decían que era ciencia ficción. Se instalaron millonarios sistemas antiniebla pero –que si quieres arroz Catalina– no había química entre torre de control y pilotos. Ahora no se.

Pero sí se, que de aquel madreñogiro (del principito Pinín) queda un hermoso prototipo, obra de Luis Fernández, en una luminosa esquina de la zona de Salidas del Aeropuerto de Asturias. Yo creo que ésta maqueta es una gigantesca alegoría a la importancia que concede AENA (Aeropuerto Españoles y Navegación Aérea) a la ciencia ficción aérea en Asturias, quizá para paliar la realidad que supone la anulación de vuelos y ausencia de viajeros  y que, de seguir así, hará que el aeropuerto asturiano cierre el año 2014 por debajo del millón de pasajeros, algo que no ocurre desde hace una década.

Histórico.

 Postdata.- El tiempo vuela también para ‘Los Episodios Avilesinos’, que despegaron de éste periódico el 12 de junio de 2011. Un placer.

Los episodios avilesinos es un blog de La Voz de Avilés

Sobre el autor

Espacio dedicado a aspectos históricos, biográficos, costumbristas y artísticos, fundamentalmente de Avilés y su comarca actual, así como a territorios que, a lo largo de los siglos, le fueron afines. Tampoco se excluyen otras zonas del planeta


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