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Alberto del Río Legazpi

Los episodios avilesinos

Hay un monstruo de Aviles y es de cine

Avilés está unido con el arte en muchos aspectos que, en casos, alcanzan la categoría de monumental. Aunque hay alguno atravesado como el término ‘monstruo’ con el que, mire usted por donde, ha ligado la Villa del Adelantado, de la mano de la pintura, la escultura y la cinematografía.

La semana pasada una amiga, filóloga, muy cabreada ella con la fama que ha cogido el término ‘La monstrua’, me hacía saber que según la Real Academia de la Lengua ‘monstruo’ tiene siete acepciones y ninguna en femenino.

Hilando fino, decir ‘la monstrua’ es incorrecto lingüísticamente y demuestra que Carreño le daba muy bien al pincel pero gramaticalmente no pintaba un bledo, pues lo correcto es ‘la monstruo’. Lo que no quiere decir que vaya a negar la existencia de una niña deforme por su gordura exagerada, de nombre Eugenia Martínez Vallejo, nacida en Bárcena (Santander), que fue llevada hacia 1679, cuando contaba 6 años de edad y pesaba 72 kilos, a la corte del Rey de España, Carlos II, quien por cierto estaba descuajeringado física y químicamente.

Eugenia formaba parte de una ‘colección’ de personas con cualidades singulares o con defectos físicos notorios que [para su contemplación] formaban parte de las cortes reales europeas de por entonces. Eran personajes ‘extraños’, seres deformes (como el caso de Eugenia) y ‘divertidos’ (juglares, enanos, bufones, etcétera). Una corte de circo.

El Rey ordenó a su pintor de Cámara, Juan Carreño Miranda, retratar a la niña Eugenia y éste la inmortalizó en dos cuadros (vestida y desnuda) colgados actualmente en el Museo del Prado de Madrid. En Avilés, y no hace mucho, difundieron esos cuadros, los artistas Ramón Rodríguez, con un gran mural de cerámica y ‘Favila’ con una estatua que la reproduce en bronce. Ellos redondearon su popularidad.

Pero quien no es muy conocido es el ‘monstruo de Avilés’ que nació del cine desde que en 1975 Jesús García Dueñas estrenó la película «El asesino no está solo», protagonizada por Lola Flores, Teresa Rabal, David Carpenter y Luis Ciges, que relata vida y trajín asesino de un tal Julio (personaje apodado en la película como ‘el monstruo de Avilés’), joven de familia acomodada avilesina, relacionada con la industria siderúrgica. Tela.

Julio es el prototipo de un esquizofrénico asesino en serie de prostitutas, papel que interpreta David Carpenter (actor y nadador español cuyo nombre, en la vida real, era Domingo Codesido Ascanio).

Mi amiga, la filóloga, me matiza y me atiza con otra acepción de monstruo: «Cosa excesivamente grande o extraordinaria en cualquier línea». Lo que me hace recordar que aquella ENSIDESA de Avilés –que tenía miles de trabajadores produciendo millones de toneladas de acero en una factoría que medía más de once kilómetros– era grande cosa fina y extraordinaria que no veas.

Parte de los exteriores del film se rodaron en Avilés, Trasona y Salinas. Pero el mayor protagonismo lo tienen las monstruosas instalaciones industriales, hoy desaparecidas al haber sido monstruosamente dinamitadas, sin miramientos hacia su monstruoso valor funcional y patrimonial. Se hizo caja achatarrando, de la noche a la mañana, verdaderas joyas del patrimonio industrial. Un episodio aparte.

Puede que el sobresalto causado, a los guionistas Dueñas y Jesús Torbado, por aquel monstruo industrial ‘ensideso’ les llevase a bautizar al personaje asesino como ‘el monstruo de Avilés’.

Menos mal (dicho sea con perdón de los peliculeros) que pese al reclamo de Lola Flores, la película fue un fracaso comercial rotundo, por lo que lo del ‘monstruo de Avilés’ no quedó ‘pa los restos’.

Y ya que estamos, leo que la última acepción, en el diccionario, del término monstruo se refiere a «persona de extraordinarias cualidades para desempeñar una actividad determinada». Así veo yo, en este caso, al equipo de la Factoría Cultural avilesina –personificado en Anabel Barrio y sus colaboradores– que lanzó el ‘Proyecto Eugenia’ (no el ‘Proyecto monstrua’, que hubiera sido lo fácil), formando parte de la serie de homenajes que la ciudad viene dedicando, en 2014, a Carreño Miranda con motivo de su 400 cumpleaños.

Partiendo de un molde, basado a su vez en el cuadro del pintor, más de veinte artistas interpretan libremente en una exposición que invade los lugares emblemáticos de la ciudad, a Eugenia, no a ‘la monstrua’. Ya se que es lo mismo, pero no es lo mismo. Como dice un conocido mío: «Tienes razón pero estás equivocado».

Así pues la Historia deberá reflejar que Avilés, dentro de su generoso capítulo de Bellas Artes, tiene una estatua y un mural que recrean a una niña deforme pintada por Juan Carreño Miranda (y que el maestro tituló ‘Eugenia Martínez Vallejo. La Monstrua’). Y un monstruo de cine.

Masculino y femenino que dejan claro que en materia de igualdad damos ejemplo, según mi amiga, a quien el monstruo de Avilés no le da miedo en absoluto.

«Lo que está es de miedo» matiza, excitada, la filóloga.

Los episodios avilesinos es un blog de La Voz de Avilés

Sobre el autor

Espacio dedicado a aspectos históricos, biográficos, costumbristas y artísticos, fundamentalmente de Avilés y su comarca actual, así como a territorios que, a lo largo de los siglos, le fueron afines. Tampoco se excluyen otras zonas del planeta


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