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Alberto del Río Legazpi

Los episodios avilesinos

Aquel día, cuando por caminos de hierro llegó el tren a Avilés

(Reedición corregida del episodio publicado el 26/02/12 en el diario LA VOZ DE AVILÉS y no incluida en este blog)

          En un verano, de finales del siglo XIX, nos llegó el invento del ferrocarril. Ocurrió el 6 de julio de 1890 y es una relevante fecha en la historia local.

         En la mañana de aquel día y sobre un camino de hierro anclado a tierra firme, nos llegó el invento: una locomotora a vapor tirando por doce vagones atiborrados de autoridades, invitados y demás familia, que fueron basculados en la elegante estación, que todavía hoy conservamos.

El recibimiento fue multitudinario y muy festejado. Las actas del Ayuntamiento reflejan que en las celebraciones se gastaron 17.749,38 pesetas. Una pasta.

         Pero la ocasión lo merecía, porque el tren y las obras de la canalización de la Ría, recién terminadas, marcaban un hito en el avance industrial avilesino.    

         En el final de aquel siglo XIX a Avilés se le vino encima una catarata de modernidad: Canalización de la Ría, nueva Dársena de San Juan de Nieva, servicio telefónico urbano, alumbrado público eléctrico (pionero en Asturias, un regalo del marqués de Pinar del Río) y la llegada del ferrocarril, propiciada por aquel político-empresario-historiador que fue el segundo marqués de Teverga.

          Adviertan como curraba, por entonces, parte de la nobleza. Para que luego digan.

          Y es que hasta el director de la obra ferroviaria fue un conde, el italiano Sizzo-Noris, ingeniero y contratista de la compañía ‘Caminos de Hierro del Norte’ a la que se le adjudicaron las obras en 2.500.000 pesetas. Iniciadas el 1 de junio de 1887, día lluvioso según escribe el marqués de Teverga, barrenando las rocas de La Consolación, por debajo de la capilla corverana y continuándose desde aquí los trabajos del ‘sembrado’ del carril, en ambas direcciones: hacia Villabona (donde enlazaba con la línea principal Gijón-Madrid) y hacia San Juan de Nieva (fin de trayecto) y adonde llegaría, para la exportación vía marítima, el carbón de las cuencas mineras.

          Tres años después, en 1890, nacía para los avilesinos un nuevo transporte terrestre que anuló al que había: la diligencia. La que circulaba entre Gijón y Avilés rebajó el precio de los billetes a los viajeros, de 4 pesetas a 3. Pero fue inútil porque terminó capotando.

         Ya en 1854, al poner en marcha el tramo Gijón-Madrid, quedó muy claro que aquella novedad del ferrocarril iba a arrasar como medio de transporte, por comodidad y la duración del viaje. El dato es demoledor: el tiempo invertido por el tren entre la ciudad asturiana y la capital de España era de 22 horas, contra las 70 (repito: setenta) que tardaba la Diligencia de Postas, o coche tirado por caballos, medio tradicional de transporte hasta entonces.

         Y fue así, como los caballos de vapor sobre caminos de hierro, sustituyeron a los de cascos herrados y crines al viento por caminos polvorientos o embarrados. Moría un romanticismo y nacía otro.

          Los carriles pasaron a formar parte del paisaje urbano avilesino, tanto que en 1893 se puso en marcha un tranvía de vapor (La Chocolatera) entre Avilés y Salinas, otro de mercancías entre Salinas y Arnao y en 1921 un tranvía eléctrico que comunicaba Villalegre con Piedras Blancas cruzando las principales calles de Avilés; aparte del popularmente conocido como ‘Carreño’ hoy FEVE. Son episodios aparte.

         Pero lo que entonces fue progreso, hoy pasa por retroceso. Porque con el trazado ferroviario Avilés le perdió la cara a la ría, que es la madre de su puerto, siendo éste el padre de una villa histórica de muchos perendengues y que entonces perdió su fachada marítima.

         Además se ha multiplicado el tráfico urbano hasta niveles abusivos. Por lo que, para seguir progresando, es necesario trasladar o enterrar, los caminos de hierro. Y los otros.

         Va a tener razón el intelectual londinense Henry H. Ellis cuando dice que lo que llamamos progreso es el cambio de un inconveniente por otro. Y es que los ingleses… ¡pero que demonios! ¡Si hasta inventaron el tren!

Los episodios avilesinos es un blog de La Voz de Avilés

Sobre el autor

Espacio dedicado a aspectos históricos, biográficos, costumbristas y artísticos, fundamentalmente de Avilés y su comarca actual, así como a territorios que, a lo largo de los siglos, le fueron afines. Tampoco se excluyen otras zonas del planeta


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