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Alberto del Río Legazpi

Los episodios avilesinos

Ensidesa, arrasando que es gerundio

En 2007 se derribaron los antiguos Club y Residencia de Ingenieros que la empresa tenía en Avilés y, hoy, diez años después el solar es un páramo.

          La Empresa Nacional Siderúrgica S. A. (Ensidesa) construyó en Avilés, a finales de la década de los 50, una moderna urbanización de viviendas que fue bautizada popularmente con distintos nombres: Los Bloques de Ingenieros, Poblado de Ingenieros o también Los Bloques e incluso Ingenieros a secas.

          El nombre lo dice todo pues estaba destinada fundamentalmente a ingenieros y, en menor número, a otros titulados universitarios con cargos de alta responsabilidad en la factoría siderúrgica avilesina.

          La política social en materia de viviendas de Ensidesa se inició en la década de los 50 con el poblado para obreros y empleados –una excelencia urbanística– en Llaranes; otro para peritos industriales en bloques conocidos como Las Estrellas en El Pozón y cerca de este, el de La Rocica para empleados de categoría media; el de empleados de categoría superior (Ingenieros) fue para Avilés.

La singular urbanización. Foto de Nardo Villaboy en su libro 'Avilés desde el aire' (1996).

La singular urbanización. Foto de Nardo Villaboy en su libro ‘Avilés desde el aire’ (1996).

          Se construyó entre finales de 1958 y 1959 en lo que entonces eran las afueras de la ciudad, en la calle González Abarca, casi frente al lavadero público de Sabugo, la vieja Hidroeléctrica y las escuelas de Sabugo.

          En una parcela de cerca de nueve mil metros cuadrados se levantaron cuatro grandes bloques de catorce viviendas cada uno; viviendas de entre 230 y 300 m2 cada una. El conjunto fue diseñado por el arquitecto Ignacio Fiter Clavé, quien completó la urbanización con un edificio destinado a Club de Ingenieros y otros dos para Residencia de solteros, ingenieros, claro.

          Hay que decir, cuanto antes, que era una urbanización arquitectónicamente original e impecable. Perteneciente, según la revista digital Monsacro «al denominado movimiento Moderno de la arquitectura de las primeras décadas del siglo pasado, que lo singulariza totalmente del resto de las viviendas construidas por entonces en Avilés».

Ficha de construcción de uno de los bloques (10 junio 1958). Foto cedida por Fernando Soler.

Ficha de construcción de uno de los bloques (10 junio 1958). Foto cedida por Fernando Soler.

          Todas sus edificaciones estaban dotadas de ascensor, calefacción, agua caliente central y garaje; el recinto estaba cerrado a no residentes por un muro, luego verja, con vigilancia privada. Era una urbanización de lujo en una ciudad enloquecida por la carencia de viviendas demandadas por los miles de personas que de toda España llegaban, entonces, a Avilés buscando trabajo. Por eso Los Bloques de Ingenieros crearon resentimiento social en la ciudad, algo que con los años y las edificaciones que empezaron a rodearlo se fue apagando.

          A partir de la década de los 70, con la llegada de la crisis energética, Ensidesa entró en barrena y empezó a tirar cosas por la borda. En aquel sálvese quien pueda se deshizo de sus poblados y de la propiedad de las viviendas de los mismos que pudieron comprar, opcionalmente, sus inquilinos.

          En Avilés el Club de Ingenieros y los dos inmuebles de la Residencia, pasaron de propiedad pública a privada y se reconvirtieron a la hostelería y hotelería (luego centro geriátrico) respectivamente. Aquello fue algo socialmente impactante en la ciudad.

          El selectísimo Club de Ingenieros de la extinta Ensidesa reconvertido en sidrería  fue tremendo, algo que las generaciones actuales no entenderán. Hubo estudiosos, es un decir, que quedaron alcoholizados por aquel suceso hostelero.

          Se pasó de la finura de camarero que hacía la bisagra lumbar susurrando “señor, su Chivas 12 años” al sonoro “¿Pongoi otro culín, jefe? Aquello fue la democracia, siguen diciendo algunos.22-ingenieross-foto-2-cimg1708

          Pero estos negocios tampoco fueron bien y comenzó la especulación de los terrenos, terminando el asunto en que se iban a construir 300 viviendas en tres torres de catorce pisos, para “oxigenar” el suelo, arguyó el concejal de Urbanismo del Ayuntamiento avilesino. Qué cosas, oiga. Y arrasaron las edificaciones, por supuesto.

          Con  lo que otros símbolos más de una era industrial, que transformó por completo esta ciudad, al garete. Destruyeron, arrasando o achatarrando,  paisajes y edificaciones características de la segunda mitad del siglo XX, símbolos que marcaron la historia de Avilés, como en su tiempo hicieron el románico, el gótico o el barroco.22-ingenieros-cimg1898-bis

          Y se fueron abajo los edificios en cuestión y el original conjunto quedó fracturado perdiéndose unos símbolos arquitectónicos de los años cincuenta, únicos en el país. Una urbanización notable de la que casi nadie se había ocupado. No tuvo detrás defensores –personas, medios e instituciones– del patrimonio industrial como los que hubo en el intento de salvar instalaciones industriales, con la excepción –que yo sepa– de Monsacro y concretamente de Fernando Soler del Campo.

          Total, que desde que aquel concejal avilesino habló de oxigenar el suelo han pasado diez años e ignoro si se ha oxigenado o no, pero seguro que se ha oxidado.

          Es un vergonzoso borrón en la ciudad.

 

Los episodios avilesinos es un blog de La Voz de Avilés

Sobre el autor

Espacio dedicado a aspectos históricos, biográficos, costumbristas y artísticos, fundamentalmente de Avilés y su comarca actual, así como a territorios que, a lo largo de los siglos, le fueron afines. Tampoco se excluyen otras zonas del planeta


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