Uno de cada dos mayores de 65 años presenta artrosis de rodilla en España, según datos ofrecidos por José María Climent, jefe del Servicio de Medicina Física y Rehabilitación del Hospital General de Alicante, en el 56 Congreso de la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF), celebrado en Gijón.
Tal como ha recordado Climent durante el taller titulado “Intervencionismo Básico GETRI 1: Ecografía de Rodilla. Cara anterior y medial”, la artrosis es una enfermedad crónica y degenerativa de la rodilla que aparece cuando se pierde o deteriora el cartílago articular y esa desintegración del cartílago hace que los huesos se rocen entre sí, lo que con el paso del tiempo, provoca rigidez, dolor, inflamación y disminución de la movilidad.
Además de la artrosis, existen muchas otras patologías y problemas que afectan a la rodilla como las lesiones de tendones o ligamentos y, en este sentido, la incorporación de la ecografía al tratamiento de rodilla ha permitido mejorar su diagnóstico. “La ecografía permite dar un paso más en el diagnóstico porque estudia la articulación y confirmar las sospechas de lesión. Incluso, puede determinar la utilidad de realizar una infiltración terapéutica con medicación para ayudar a resolver el problema. Todo ello, en una sola consulta”, ha explicado Climent.
Tras el diagnóstico del problema, Climent ha remarcado que la cirugía debe ser “la última opción, a no ser que se identifiquen factores pronósticos que sugieran que el paciente no podrá mejorar con otro tratamiento”. “Antes de operar se aplican técnicas de rehabilitación conservadoras y técnicas de rehabilitación intervencionistas, como las infiltraciones de diversas medicaciones, en función de cada paciente. Aunque intervenir sea la última opción, hay ocasiones en las que es necesario”, ha resaltado.
En esos casos, ha indicado que después de la operación comienza la rehabilitación. Este proceso depende del tipo de lesión y de las actividades que el paciente desarrollaba previamente y quiere volver a llevar a cabo. “Es decir, un futbolista que quiera volver a jugar en plenas facultades necesitará unos seis meses de rehabilitación para retomar la actividad, mientras que un jubilado al que le guste pasear puede volver a hacerlo en uno o dos meses. Ajustar las expectativas es fundamental. El paciente debe comprender la naturaleza de su lesión y las posibilidades reales de rehabilitación”, concluye.