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Guillermo Díaz Bermejo

A las pruebas me remito

DEL PLUMIN Y EL TINTERO A LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS

Siempre he sido una persona preocupada por evolucionar adaptándome a las nuevas tecnologías. Hasta no hace mucho tiempo, lo he venido consiguiendo con una cierta facilidad, pero ahora empiezo a encontrarme con esa sensación extraña de que algo se me está yendo de las manos. La velocidad es ya tan grande que sigo en la carrera, pero voy con la lengua fuera y me embarga esa rara sensación de que no voy a poder seguir. Debe de ser algo parecido a lo que le ocurre a ese corredor de maratón que a mitad de carrera se siente desfallecido, le duele todo y siente que se cae, aun cuando a lo mejor al final terminará ganando.

Voy a tratar de explicar los avatares que ha tenido y tiene mi maratón particular: Mi primera herramienta tecnológica para empezar a comunicar fue un cuaderno “Bruño”, el plumín intercambiable y el tintero que utilizábamos en la escuela para escribir bonito. Pero claro, había un serio problema, y es que como soy totalmente zurdo y esas avanzadas tecnologías estaban pensadas para diestros, escribía fatal, lo emborronaba todo, me manchaba los puños de tinta y a veces se me caía el tintero encima. Horror… además castigado y condenado a raspar con un trozo de cristal la mesa del escritorio para eliminar la tinta.

Pero, hete aquí que de pronto a Bic se le ocurre inventar un gran instrumento, el bolígrafo. Y caramba, esa minoría que éramos los zurdos ya podíamos empezar a escribir bien, bonito y con soltura. Claro que, eso de ser zurdo no estaba bien visto, y en mi caso, después de un montón de collejas, empecé a escribir con la derecha. (hoy probablemente me llevarían a un psicólogo para corregir mi trauma de zurdo).

Sigue la evolución… como mis padres me ven muy empecinado en aporrear una vieja Underwood (creo que se escribe así) que había en casa, deciden mandarme a una academia de mecanografía y con mi Léxicon 80 llego a alcanzar ni más ni menos que 220 pulsaciones por minuto -todo un record si consideramos que en un concurso de mecanografía, la mejor mecanógrafa llegó a alcanzar 301 pulsaciones-

Ay amigo, pero llego a la Uni y allí había que tomar muchos apuntes a mano que después había que mecanografiar y si era el caso reproducirlos a multicopista (un gran invento de aquella época para la reproducción en serie y también para editar panfletos antisistema, ji.ji). Y claro, como yo ya era un alumno tecnológicamente avanzado, de Lexicon 80 nada, que pesaba mucho. Mis padres me compran una Olivetti Studio 44 portátil y con maletín (era lo mismo que tener ahora un pc portátil) y ala a escribir apuntes y a hacer cartas de presentación para tratar de encontrar empleo. Y a propósito de cartas de presentación, resulta que ahora ya no sirven “pa na”. O te llevas un buen currículum o no hay empleo.

Bueno, empieza la vida profesional y sigue la evolución tecnológica. Aparecen las máquinas de escribir IBM que ya permiten corregir en un pequeño visor, antes de escribir (todo un invento) y andamos ya por los años 80. Ja, pero llegan los Spectrum, los Sinclair y los Commodore que sí que eran un gran invento – 164 k pero hacían maravillas – Y no digamos nada cuando de pronto aparece en el mercado Amstrad y además con pantalla de color…. Todo un invento, una auténtica revolución…. Pues nada a comprarse uno y a empezar con el mundo de la informática.

Nuevas clases en academia especializada y ahora a aprender programación en “basic” absolutamente necesaria para manejar ese invento infernal que era el Amstrad. Y ala a darle al “goto” al “return” y al “enter” para hacer miniprogramillas que apenas serían para nada.

Pero, sigue la evolución tecnológica y en las empresas ya se empiezan a montar sistemas informáticos más avanzados. Equipos Nisdorrf ,IBM etc., conexiones con red de teleproceso (aún faltaban muchos años para llegar a la banda ancha). Y de pronto empiezan a aparecer los PC que eran la auténtica revolución…… Yo en aquél momento era capaz, cuando mi secretaria protestaba porque el pc petaba, de irme a la tienda, comprar una ampliación de memoria, abrirle las tripas e instalársela. Todo un avanzado.

Llega la ofimática y, aunque mi Secretaria hace muchas cosas, como yo no quería ni quiero quedarme atrás, entro de lleno en ella y manejo sin ninguna dificultad el Word, Excel y el Power (algo peor Acces). Sigue evolucionando el mundo empresarial y las secretarias ya empiezan a ser un lujo… Mientras mis colegas tienen auténticos problemas para adaptarse a la nueva situación, yo soy capaz de autogestionarme.

Pero claro, en este punto es donde empiezo a preocuparme….CDS. DWD, Pen Drives, no sé cuántos gigas, móviles de última generación, navegadores, cañones, etc.etc. Auténticos ladrillos de manuales de instrucciones que con auténticos problemas voy digiriendo.

Y, de pronto, metido de lleno en la Web 2.0 plagada de palabrejos que me cuesta enormemente digerir ya que no soy técnico en la materia. Poco a poco voy entrando, pero ya con una sensación de que algo no va bien que ya no llego…. Y lo más preocupante… acabo de entrar en este mundo y ya empiezo a oír hablar de la 2,5 y de la 3.0 de Facebook, de Twitter, de la internet oculta, de la nube . Que pasa, que ¿aun vamos a ir más rápido?.

Uffs… alto por favorrr…. que esto no puede serrr… Si sigo así tratando de invertir tanto tiempo en mantenerme actualizado. ¿cuándo tendré tiempo para poder trabajar?. Y lo que más me preocupa y es lo que me hace entrar en la reflexión sobre si todo esto merece la pena: Tengo un sofisticado móvil con un montón de aplicaciones que sólo uso para llamar y contestar y ni tan siquiera pongo mensajes, entre otras cosas porque ya veo mal de cerca (cosas de la edad) ¿para qué quiero entonces tanta sofisticación?.

Tengo una televisión de última generación con un mando impresionante y cientos de utilidades. Coñooo que yo sólo veo el telediario y poco más….Tengo un Tablet que me han regalado mis hijos y no lo uso porque no veo la pantalla. Tengo. tengo. tengo…. ¿y para qué todo esto? Si al final como me siento verdaderamente cómodo es con cuatro cosas realmente útiles.

En resumen, como conclusión ¿merece la pena que siga metido en el carro de la evolución tecnológica? ¿podré seguir cabalgando en la ola o por mi edad me caeré en cualquier momento? ¿esto se va a ralentizar? ¿nos estaremos convirtiendo en personajes alienados?. A veces caigo en el desánimo y pienso que la mejor comunicación no es esta en las redes sociales ni nada que se le parezca, si no la que tengo con el amiguete en el bar delante de un buen vino y con una distendida charla.

Toda una contradicción.

 

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Sobre el autor

El blog de un jubilado activo dedicado al voluntariado social, permanentemente aprendiendo en materia del derecho de las nuevas tecnologías y crítico con la política y la injusticia social.


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