Por Leticia Álvarez

Pavarotti ha muerto y Valentino se ha despedido de la casa de costura desde la que ha vestido a las grandes celebrities. La lírica en Italia se queda huérfana; la del mundo, desvalida. Yo no he tenido la fortuna de escuchar al tenor en directo. Esta mañana sonaron en la radio algunos fragmentos de ‘Aida’ y me estremecieron, como siempre que oigo la corpulencia y calidez de su voz. Me quedan, claro, demasiadas cosas por hacer, pero hoy sólo lamento no haber acudido a una ópera con Pavarotti en el papel principal luciendo un ‘valentino’ vaporoso, de un solo tirante y rojo como una estocada.