Se inicia la campaña electoral tras una guerra de desgaste entre el Gobierno de Foro y la oposición del PSOE y del PP. IU criticó muchas decisiones del Gobierno, pero no actuó coaligada a los otros dos partidos, quedando fuera de las dos decisiones más importantes de la alianza opositora: el control del Parlamento con la mayoría PSOE-PP en la Mesa de la Cámara y, sobre todo, la votación conjunta en la enmienda a la totalidad del proyecto de presupuestos que precipitó el fin de la legislatura. De las guerras de desgaste todos pierden y esta vez no va a ser una excepción.

PSOE

Por muy característico o específico que sea el escenario político asturiano, también influye la dinámica política nacional, con sus grandes tendencias. El socialismo en España aún no despega. Es curioso que en sondeos de carácter nacional, el PSOE haya seguido perdiendo puntos en intención de voto después de los comicios del 20 de noviembre. Aunque Rajoy ya haya tomado decisiones dolorosas (subida del IRPF, reforma laboral), los más de cinco millones de parados van anexos a la gestión de Zapatero. Ese es el mayor handicap que tiene la candidatura de Javier Fernández. El discurso de las derechas enfrentadas y la región ingobernable queda limitado por lo que más le preocupa a la gente: la incapacidad demostrada por la cúpula socialista para hacer frente a la crisis económica.
El socialismo asturiano hace esfuerzos por mostrarle al electorado que Asturias repite el escenario de 1998, con la crisis del Gobierno de Sergio Marqués, pero las expectativas electorales de entonces no tienen nada que ver con las de ahora. De aquella guerra intestina de la derecha salió una holgada mayoría absoluta del PSOE, logrando 24 escaños con una lista encabezada por Álvarez Areces. Hace 14 años, el PSOE se presentaba ante el electorado sin hipotecas y con un candidato que no había estado nunca en la Junta General del Principado y llegaba dispuesto a extender por Asturias el “modelo Gijón”.

PP

En España, como en Francia, Italia, Inglaterra o Alemania, el centro-derecha está en alza. En las últimas elecciones generales, el PP obtuvo el registro más alto de su historia y en las últimas elecciones asturianas, el centro-derecha alcanzó 26 escaños (Foro+PP), cuando nunca había pasado de 21 diputados (elecciones de 1987 y 1995). En Asturias también hay, en esta coyuntura, una mayoría social a favor de la gestión política del centro-derecha, pero el drama de la última legislatura residió en que la dirección del PP, liderada nominalmente por Ovidio Sánchez y de manera factual por Gabino de Lorenzo, prefirió trabajar por la vuelta al anterior escenario político, impidiendo que se visualizara en el Parlamento la decisión en las urnas.
Tras esta nefasta experiencia del PP, trabajando a favor de los intereses de la izquierda, se ha producido un cambio con la intervención de Rajoy dando todo el poder a Mercedes Fernández. La dirigente gijonesa llegó con las ideas muy claras. No hay nada como estar fuera de la política unos años para ver los errores que cometen los compañeros del partido. Sin incurrir en estridencias, quitó de la lista a todos los que impedían el entendimiento del centro-derecha. En el próximo congreso regional del PP, el cambio en la dirección será tan grande como el introducido en la lista electoral.
De los cinco partidos con probabilidades de obtener representación parlamentaria, el PP es el único que renovó la cabeza de candidatura, lo que es un factor muy a tener en cuenta por el electorado después de una legislatura de desgaste. Por los pasos dados puede deducirse que Mercedes Fernández trabaja con la vista puesta en las urnas y en el día posterior a las elecciones. La dirigente gijonesa sabe muy bien que Foro no se va hundir (ni el CIS expone esa hipótesis) y es necesario preparar el terreno para reconstruir la mayoría del centro-derecha.

FORO

No es aventurado suponer que Cascos convocó a las urnas más por dignidad que por cálculo electoral. Harto de chocar contra un muro de 25 diputados formado por dos partidos ideológicamente opuestos y contra un variado espectro de fuerzas sociales y empresariales que no tienen asiento en el Parlamento, puso el veredicto en manos de los ciudadanos. La experiencia indica que en Asturias enfrentarse al statu quo es muy peligroso.
Un déficit del Gobierno y de Foro está en la política de comunicación, con los consejeros mudos y el aparato del partido sin voz, sustituidos por múltiples e impersonales comunicados del partido y del Gobierno. Mucha gente desconoce que las listas de espera quirúrgica están mucho mejor que con los gobiernos de la izquierda o que la transparencia en la adjudicación de los contratos impide la repetición de cambalaches que terminaron en los juzgados. La misma controversia sobre el Niemeyer -tan perjudicial para los intereses de Foro- fue un caso claro de aciertos de fondo y errores garrafales en las formas. O el debate sobre la televisión pública, donde coincide con el criterio de Rajoy.
Foro mantiene intacto su perfil diferencial y el ímpetu por cambiar los vicios y rutinas de treinta años de gestión regional monocolor. Foro no se ha contaminado tras ocho meses en el poder y el presidente ha demostrado que no está atado a ninguna poltrona. En su contra está la temprana convocatoria a las urnas y la paralización de la acción del Gobierno, de la que no todo el mundo culpará a la oposición.
Otro día hablaremos de los minoritarios (IU, UPyD), que no van de comparsas.