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Juan Neira

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LA PELEA DEL PP

El guión del congreso regional del PP, a celebrar los primeros días de noviembre, ya está definido, tras la presentación de la candidatura del concejal gijonés, Manuel Pecharromán, a la Presidencia del partido. Frente a la voz de la oficialidad, representada por Mercedes Fernández, se levanta la alternativa de Pecharromán, mano derecha de Pilar Fernández Pardo. La actual presidenta considera que con todo lo ocurrido en los últimos tiempos en el seno del partido lo más sensato sería un congreso de unidad, sin contribuir al guirigay. Como argumento de peso recuerda que de todos los congresos regionales que celebra el PP, sólo en Asturias habrá dos candidaturas.
El razonamiento de Mercedes Fernández sería impecable sino fuera porque lo que le ocurrió al PP asturiano no tiene nada que ver con lo sucedido al partido en otras comunidades autónomas. En el momento en que el PP sacó los mejores resultados de su historia, perdió en Asturias la mitad de sus diputados: de veinte escaños pasó a tener diez. El desastre en las urnas no se debió a un comportamiento anómalo del cuerpo electoral en un momento concreto (22 de mayo de 2011), sino que repetidas las elecciones diez meses más tarde (25 de marzo 2012) volvió a darse el mismo resultado: diez escaños. Foro, la formación que le disputaba el espacio electoral, perdió el 25% de sus efectivos parlamentarios (de 16 a 12) de una a otra convocatoria, pero ninguno se fue al PP, yendo a parar los cuatro al PSOE, IU y UPyD. Una crisis profunda que no se solventa con un simple cambio de rostros, ya que el batacazo electoral fue el mismo con Isabel Pérez-Espinosa, de cabeza de cartel, que con Mercedes Fernández, de primera de la lista.
DESASTRE
Con un balance tan tremendo de pérdida de representación parlamentaria, huida de militancia y abandono de destacados dirigentes del partido, sumado a la aparición de un nuevo grupo (Foro) en el centro-derecha que por dos veces le ganó en las urnas, lo lógico es que en el congreso del partido haya más de una candidatura. Otra cosa hubiera sido si Mercedes Fernández hubiese vencido en las elecciones autonómicas de la pasada primavera o, al menos, hubiera iniciado el camino de la recuperación ganando escaños y batiendo en las urnas a su principal competidor, Foro.
Al presentar su candidatura, Manuel Pecharromán habló de la gestión desastrosa del PP regional. En efecto, todo lo sucedido desde el último congreso, celebrado en el año 2008, ha sido negativo. Ahora bien, esa gestión no es imputable a Mercedes Fernández, sino a Ovidio Sánchez y a Gabino de Lorenzo, que llevaron las riendas de la organización hasta hace un año. Ellos optaron por marginar a Álvarez-Cascos y a sus seguidores, para conducir al partido a la debacle electoral poniendo a una concejala de Gabino al frente de la lista. Consumado el desastre, uno se fue a vivir a Madrid y el otro dejó la Alcaldía de Oviedo por el cómodo sillón de la Delegación del Gobierno. Para ser ecuánimes, añadamos que en el naufragio del PP regional tiene una responsabilidad singular Mariano Rajoy, que prefirió perder una comunidad autónoma antes que ver a Cascos convertido en barón del partido, con Esperanza Aguirre, Feijóo, Herrera, etcétera. No siempre comparten suerte el general y los soldados.
Con estos antecedentes vayamos a la realidad del congreso. Con la bandera levantada por Pecharromán se visualiza el pulso entre Mercedes Fernández y Pilar Fernández Pardo. El primer movimiento lo hace la concejala gijonesa; quedar de brazos cruzados no serviría de nada porque la presidenta regional le dará la batalla en el congreso local, a celebrar tras el cónclave en la comunidad autónoma. Como Mercedes Fernández va a presentar un candidato (candidata) para disputarle el liderazgo gijonés a Pilar, esta se adelanta y lanza un concejal de su grupo al estrellato regional. Un pulso desnudo de poder. Los proyectos de partido o de región habrá que buscarlos en otros sitios.
CAUNEDO
Como siempre sucede en estos casos, Pecharromán habla de renovación -¡Qué sería de las batallas electorales sin la palabra “cambio” y de las disputas partidarias sin el término “renovación”!-, frente a los que llevan treinta años en los cargos. Enfrentar continuidad y renovación no sirve de nada si las dos alternativas están encarnadas por gente especializada en perder elecciones.
Por eso ambas partes se disputan el favor de Agustín Iglesias Caunedo, ganador de las últimas elecciones municipales en Oviedo. Las bases del PP podrían pensar que en vez de votar a gente que presume de tener como avalista a Caunedo lo mejor sería elegir directamente al alcalde de la capital como líder regional. Para ello haría falta que Caunedo diera un paso al frente, pero en esta coyuntura es mucho más azaroso el papel de líder regional del PP (futuro candidato autonómico) que el de alcalde de Oviedo.
La historia del PP asturiano es muy triste. Pudo perfectamente derrotar a la izquierda en las urnas, pero prefirió derrotarse a sí mismo. Más allá de las cuitas de su congreso, sus expectativas electorales pasan por lo que haga Foro. El margen que tenía en el pasado, cuando ejercía, en exclusiva, de teórico opositor del Gobierno de la izquierda, se ha esfumado. No supo aprovechar el gran momento de Rajoy, cuando actuó como verdugo de Zapatero, ni puede soñar ya con el regreso de Cascos a Madrid.

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por JUAN NEIRA

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