Se inicia un congreso del PSOE distinto a los anteriores, porque a los delegados les viene impuesta la figura del secretario general, elegido previamente por los afiliados del partido. El número uno del PSOE, Pedro Sánchez, no depende de la voluntad del congreso y no tendrá que negociar apoyos para ejercer de líder.

El nuevo eje de poder radica en Sánchez-Susana, dada la relevancia de la presidenta de la Junta de Andalucía y el respaldo prestado por la militancia de esa región a Sánchez en las elecciones primarias para la Secretaría General. Hay que ver como algo normal la alianza porque siempre los líderes del PSOE llegaron al cargo a través del protagonismo jugado por determinadas federaciones regionales. Zapatero sucedió a Joaquín Almunia gracias al apoyo de las organizaciones de Cataluña y Andalucía, y Felipe González encabezó el PSOE renovado, dejando atrás al PSOE histórico, gracias al “pacto del Betis”, entre andaluces y vascos. Como se puede ver, Andalucía siempre tuvo un papel decisivo en la implantación de los liderazgos internos del PSOE, y en esta ocasión tiene más razones aún para ello, porque es la única región donde los socialistas gozan de un apoyo electoral (35% en los comicios europeos) similar a los años anteriores a la crisis económica. No obstante, Pedro Sánchez tuvo el acierto de mandar un mensaje de autonomía en la víspera de la apertura del congreso, al nombrar a César Luena, socialista riojano, nuevo secretario de organización, el hombre que controlará la vida interna de las agrupaciones y negociará con las federaciones regionales. En los últimos días se daba por seguro que sería un dirigente andaluz el elegido para esa responsabilidad, pero no será así. El puesto de presidente del partido, un cargo honorífico, corresponderá a la andaluza Micaela Navarro.

Madina y Pérez Tapias, rivales de Sánchez en las primarias, quisieron elevar a categoría de cuota interna en la dirección del partido el porcentaje de apoyos obtenido en las primarias, una pretensión no atendida por el secretario general, ya que el PSOE no se puede ver como un grupo estructurado en seguidores de los tres dirigentes. El congreso, o el nuevo comité federal, se encargarán de echar por tierra la propuesta de Madina de celebrar en otoño otra elección para nombrar candidato a la Presidencia de Gobierno. Solucionado lo accesorio, queda por definir lo más importante, programa y estrategia.