UPyD convoca un Consejo extraordinario para debatir la propuesta de Sosa Wagner de formar candidaturas conjuntas con Ciudadanos en las próximas elecciones municipales y autonómicas. Pese al rechazo inicial de la dirección, la lideresa tuvo que dar el brazo a torcer y discutir en el máximo órgano del partido sobre un asunto de gran relieve al que ella siempre se ha opuesto sin ofrecer argumentos creíbles. Ciudadanos siempre estuvo dispuesto a juntar fuerzas con el “partido rosa”, pero la dirección de UPyD se negó. Los dos grupos nacieron bajo una misma pulsión: hacer frente a los nacionalismos, reivindicando la letra y el espíritu de la Constitución, como garantía de igualdad entre las personas y los territorios del Estado. Sin embargo, Rosa Díez jugó a ignorar a Ciudadanos, en un gesto pleno de sectarismo, propio de una dirigente que estuvo largos años formando parte del aparato del PSOE. Ahí aprendió que la verdadera patria es el partido. UPyD compitió con listas propias en Cataluña, restándole unos pocos miles de votos a Ciudadanos, sin lograr ningún escaño. Una decisión que sólo se explica por el interés en laminar la marca “Ciudadanos”. Para Rosa Díez, más urgente que luchar contra el nacionalismo es gozar del monopolio en esa lucha.

Sosa Wagner está en las antípodas de ser el clásico profesional del aparato del partido. Por solvencia intelectual, trayectoria vital, carácter y edad, no está dispuesto a comulgar con ruedas de molino. Unir fuerzas con Ciudadanos es una estrategia acertada que satisface los deseos del electorado de ambos grupos. Estamos ante el primer debate de verdad en el seno de UPyD; de cómo se resuelva dependerá que se convierta en un partido en crecimiento o en un grupúsculo sectario, replegado en torno a la lideresa que ejerce de demiurgo del nuevo Estado sin nacionalismos excluyentes.

Los dirigentes de UPyD se muestran muy ufanos de la democracia interna alcanzada, poniendo como ejemplo la celebración de elecciones primarias. En un grupo pequeño las primarias no pasan de ser un juego de niños que siempre gana el aparato. Es la primera vez que un dirigente de gran peso, con respaldo institucional –Sosa es eurodiputado-, le lleva la contraria a Rosa Díez en un asunto espinoso. La osadía es tan manifiesta que la mayor parte del partido guarda un patético silencio, como hacen los militantes de extrema izquierda cuando un dirigente se enfrenta al líder.