En Escocia ganan los unionistas y en el Parlamento de Cataluña los separatistas. Más de diez puntos de ventaja obtuvieron los partidarios de permanecer en el Reino Unido de Gran Bretaña, una diferencia importante que muestra lo que ocurre cuando se pone a la gente ante una situación límite: emerge la mayoría silenciosa que no aflora en las consultas convencionales. En la calle había una mayoría favorable a la independencia, pero a las urnas se acercaron los que no se pintan la cara con los colores de la bandera, los que no se manifiestan, los que están solos en su casa y temen la deslocalización de los bancos, la expulsión de la libra y se aferran a lo que hay. ¿Es tan humano sentir miedo, verdad? ¿Quién les había dicho a los independentistas de falda y gaita que las únicas emociones que empujaban hacia las urnas eran las identitarias?

El 44% de los escoceses despertaron de la ensoñación nacionalista y entre gestos de tristeza y lágrimas propias de derrota del Glasgow Rangers van haciéndose a la idea de ser británicos el resto de sus vidas. Cambiar de patria es tan difícil, por lo menos, como cambiar de nariz o de abuela. Uno puede sentirse muchas cosas, pero siempre es el mismo. La derrota nacionalista en Escocia no ha amilanado a los nacionalistas catalanes que han aprobado en el Parlamento la ley de consultas que les faculta para convocar el referéndum de la independencia el 9 de noviembre. Qué cosas pasan en Barcelona, primero fijan la fecha y luego hacen una ley para organizar la fiesta. Los socialistas e ICV (la IU catalana) también aprobaron la norma, confirmando que la izquierda se tomó tan en serio la lucha contra Franco que se volvió antiespañola. El nacionalismo catalán es progresista, el nacionalismo español es fascista. Con fichas, dibujos, música y cuentos les explican eso a los niños catalanes en la escuela. El Gobierno de Pujol, el ex honorable, fue el primero en poner nombre a la operación: inmersión. Tras una larga experiencia de vida submarina la población catalana se siente extranjera en su propia patria, cada vez que visita Zaragoza o viene hasta Gijón para aprender que hay un mar que tiene mareas.

Rajoy piensa parar las apetencias nacionalistas con el Tribunal Constitucional. ¿Existe algún tribunal tan poderoso? En Escocia votaron, y salió lo que salió porque el nacionalismo no había ahogado el pluralismo. En Cataluña no hay condiciones para votar y Rajoy tira de reglamento.