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Juan Neira

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LA DOBLE VOCACIÓN DE ESTHER

Hemos asistido a la gran semana de Esther Díaz, con múltiples revelaciones sobre su faceta empresarial, que corrió en paralelo a los años dedicados al Ayuntamiento de Langreo y a la Consejería de Bienestar Social y Vivienda del Principado. Primero se afilió al PSOE y al año constituyó Davelco, en compañía de su marido, que es el administrador de la empresa.
Cuando el “villismo” cazó en la trampa a Campelo con la supuesta exigencia de comisiones por la instalación de un centro comercial, Esther Díaz vio abierto el camino al liderazgo en Langreo. Merece la pena recordarlo. Los ganadores del congreso local, con Belarmino de secretario general y Campelo de portavoz municipal, sólo le duraron seis meses a Villa, que había sido derrotado y humillado en su propia casa. La oportuna grabación de la conversación entre Campelo y los representantes de la empresa sirvió para cortar la cabeza al ex lugarteniente del líder del Soma.
CONCEJALA
En realidad, de aquella grabación no se pudo sacar nada en limpio ni siquiera la juez, porque sólo se oían ruido y voces. Las versiones extraoficiales de los que estaban en el cotarro apuntaban hacia que Campelo se limitaba a cumplir órdenes.
Para recuperar la ortodoxia, Javier Fernández se cargó a Campelo y visitó el comité municipal, acompañado de Benjamín Gutiérrez y Adriana Lastra, para exigir la dimisión de Belarmino como secretario general. Al resistirse Belarmino, se puso en marcha el plan combinado de presión, desde la calle y desde el aparato. Desde La Felguera hasta Tuilla, en todos las paredones aparecieron pintadas, “Belarmino, traidor, dimite”. No era difícil reconocer la inequívoca caligrafía del Soma.
Desde la sede de la FSA (Oviedo) se fue llamando, individualmente, a los miembros del comité municipal exigiendo su dimisión. Una vez que la mitad más uno habían dimitido, Belarmino quedó reglamentariamente apeado del cargo. Un método parecido al que se aplicaría años después en Cudillero, pero sin estar en juego el gobierno del Ayuntamiento. En las tensiones entre el propio grupo municipal, Esther se enfrentó a Campelo, y ganó puntos delante de Villa.
Hasta entonces era una simple concejala atareada con su trabajo profesional, que los compañeros del grupo municipal la recordaban llegando tarde a las comisiones informativas y marchando antes de que acabaran las reuniones. Pasado el periodo del cobro de dietas, Esther Díaz encabezó la candidatura socialista a la Alcaldía, en junio de 2003.
HOLDING
Antes de dar ese paso, constituyó Aldaco 2002, con su marido. El 50% de Aldaco 2002, pertenecía a Davelco. Con el correr de los años esta nueva sociedad llegó a facturar seis millones de euros. Al año de ser alcaldesa, nació Andamios Motorizados de Asturias (Ama), y a mitad de mandato, Noega Mantenimiento, que estaba en el 99,7% participada por Aldaco 2002. El papel de Esther Díaz en las sociedades no fue nunca el de gestionar sino el de estar. Una accionista perteneciente al núcleo duro.
Al salir la primera información sobre Davelco en EL COMERCIO (“Una empresa de la consejera de Bienestar y su marido participó en grandes obras del Principado”), la consejera dio una rueda de prensa cargando contra el periódico a través de un método original, al declarar que eran hechos “sobradamente conocidos”. Le parecía mal que se diese como noticia algo cierto por el hecho de ser supuestamente reiterativo. Siete días más tarde, los asturianos saben mucho más de Esther Díaz que en los veinte años anteriores en que nos regaló titulares desde las instituciones.
Varias veces repitió que todo era “legal, limpio y transparente”. Sobre la legalidad de su proceder no tienen el mismo criterio expertos en la materia consultados por el periódico. Hablar de limpio es un tanto confuso, porque para mucha gente adjudicar un equipamiento como autoridad pública y participar en la ejecución del mismo, a través de una subcontrata privada, es una operación que nace manchada. En cuanto a la transparencia -concepto de moda-, no puede ser muy perceptible cuando hay leyes que limitan el doble papel de Esther Díaz a la tenencia del 10% del capital de la empresa.
La clave está en la compatibilidad. ¿Considera el Gobierno socialista que un consejero puede hacer que una empresa suya gane dinero a través de decisiones tomadas en el ejercicio del cargo? ¿Se puede representar con rectitud los intereses generales cuando de las adjudicaciones de obras se pueden derivar beneficios para empresas propias? La respuesta es rotundamente no.
Treinta años de carrera política y actividad empresarial han creado un marasmo en la brillante mente de Esther Díaz. Si se olvida de su peripecia personal y mira hacia otro lado que no sea su ombligo lo verá más claro: la venta de acciones de Arias Cañete para poder ser comisario europeo.
“No tengo por qué vender las acciones de una actividad de la que he participado desde su constitución” (Esther dixit). Nadie le obliga a desprenderse de Davelco, pero su empresa no podrá contratar con ninguna Administración Pública, tanto sea directamente o en calidad de subcontrata. Si quiere seguir apuntándose a todas las grandes obras del Principado tendrá que abandonar el cargo público. Luchar por mantener el bastón de mando y hacer dinero con empresas privadas fue el drama de Berlusconi como gobernante.

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por JUAN NEIRA

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