El mitin de Pedro Sánchez en El Entrego ha dado pie a una disputa entre oficialistas y “sanchistas” sobre la importancia del acto. Los primeros hablan de “pinchazo”; aseguran que “no fue para tanto”; afirman que había autobuses venidos de fuera con gente de otras regiones; dicen que los cargos públicos que asistieron al acto fueron los previstos; puestos a minimizar lo sucedido, se animan a decir que Pedro Sánchez “no tiene discurso político” y que su iniciativa tiene “poco recorrido”. Los seguidores del exsecretario general hablan de “éxito”, y ponen en valor que la cita se haya llevado a cabo en contra del aparato del partido.
Resulta ridículo discutir sobre las dimensiones de un acto público. Es evidente que la afluencia fue importante, porque no es habitual que en una localidad como El Entrego se den cita 1.500 personas para oír a un líder político, máxime cuando no hay elecciones a la vista. Hablar de autobuses trayendo a gente de fuera provoca rubor, porque ese tipo de argumentos o disculpas las utilizaban hace muchos años los representantes de un oficialismo que ahora, afortunadamente, ya no existe. Al llevar la contraria a la realidad demuestran que están a la defensiva. El acto de El Entrego refleja que el socialismo asturiano está dividido tras bastantes años de unidad. La gran labor de Javier Fernández fue acabar con la disputa de familias o sensibilidades dentro de la FSA, con oficialistas o “villistas”, renovadores y tercera vía. A los pocos años de llegar a la Secretaría General, en el socialismo asturiano había más de un noventa por ciento de “javieristas”, tras diluirse las antiguas corrientes de opinión -y de poder- que marcaron la vida del socialismo asturiano desde la recuperación de la democracia. La crisis en el Comité Federal, con la dimisión de Pedro Sánchez y la formación de la comisión gestora, ha causado una nueva división que va a sustanciarse en el próximo congreso de la FSA.
Lo más sensato es dejarse de rodeos y entrar en el debate político, sin complejos. La alternativa de Pedro Sánchez va ligada a dos elementos muy peligrosos: la alianza del PSOE con grupos que están en contra de la Constitución y de la unidad de España, para alcanzar el poder, y la voladura del diálogo con el partido que ganó las tres últimas elecciones. Sánchez cambia las coordenadas en las que se movió el PSOE desde la muerte de Franco. No tiene sentido discutir lo obvio y guardar silencio sobre los peligros.