Una vez verificadas las credenciales presentadas, han quedado reconocidos 3.124 avales de Adrián Barbón y 1.950 de José María Pérez. El número mínimo exigido era de 840, el diez por ciento del censo de militantes. Con los apoyos presentados, el próximo miércoles quedarán ambos declarados candidatos a la Secretaría General de la Federación Socialista Asturiana (FSA). El 17 de septiembre se celebrarán las primarias.

El calendario aprobado por la dirección de la FSA establece como periodo de campaña electoral los diez días anteriores a la apertura de las urnas. Al realizarse todo el proceso en pleno verano la secuencia prevista es francamente extravagante. Hubo veinte días de actividad intensa por parte de los dos dirigentes para recabar apoyos por toda la geografía regional y ahora entran en una larga etapa de laxitud porque el mes de agosto no es políticamente hábil para la vida partidaria. Seguirán visitando las agrupaciones, realizando algún acto público, pero será muy difícil que conciten interés. Podrían quedarse en casa, dejando el preceptivo aviso de “cerrado por vacaciones”, que el resultado no variaría. Si la sentencia del “caso Renedo” se aplaza hasta septiembre, tras un largo año de espera, cómo no va a poder retrasarse la actividad de los candidatos socialistas. Pero el calendario oficial es inamovible, así que pasarán de la evasión vacacional a la campaña electoral en un abrir y cerrar de ojos. Diez días de apuros para colocar el escaso pescado que quedará por vender.

El favorito es Adrián Barbón. Ahora ya hay cifras en qué apoyarse para emitir ese juicio. La ventaja en el número de avales es muy grande y no le resultará fácil a José María Pérez invertir la tendencia. En estas circunstancias, el más favorecido por el calendario de la FSA es el candidato “sanchista”. Superada la meta volante de los avales, la carrera quedará neutralizada durante cinco semanas, y luego llegarán diez días de tópicos de campaña electoral que no sirven para nada. A Adrián Barbón le favorece que no haya novedades, y la mejor manera de evitar cambios en las preferencias del electorado es mandar a todos a tumbarse en la playa. Al empezar el mes de septiembre toda la atención pública estará volcada el referéndum catalán, así que el pulso de Barbón y Pérez quedará reducido a la categoría de anécdota. Si las primarias y el congreso se hubiera retrasado un mes, las cosas serían distintas, pero ya se sabe que el aparato siempre tiene razón.