La comparecencia de Mariano Rajoy, como testigo, en el juicio del “caso Gürtel” había despertado una gran expectación. Partamos de una obviedad: cuando un presidente de Gobierno acude a un juicio su papel, en ningún momento, deja de ser político. Establecida esta premisa, es evidente que su intervención ante el tribunal tiene tanto o más repercusión en el debate político que en el propio juicio. Prueba de ello fueron las manifestaciones en rueda de prensa de Pedro Sánchez pidiendo que dimitiera, de inmediato, para no dañar a las instituciones. Pablo Iglesias quiere aliarse con el PSOE para pedir un pleno extraordinario de la Cámara baja sobre este asunto.

Rajoy llegó a la sala con las ideas muy bien definidas. Habló con mucha autoridad, fue un tanto agresivo con las acusaciones, llevó la iniciativa en el interrogatorio y no recurrió al tópico de decir que no se acordaba de esto o de lo otro. Para evitar complicaciones, señaló que su papel como dirigente del partido, primero, y presidente del mismo, después, era estrictamente político. Nunca tuvo que ver con la gestión económica del PP. Siete veces repitió esa afirmación. No creo que el máximo líder de un partido sea completamente ajeno a las finanzas del mismo, pero con ese argumento quiso abrir un cortafuegos que le fuera útil para cubrirse ante las insinuaciones de las acusaciones. Se expresó con rotundidad: jamás recibió donativos en efectivo de empresarios. En los papeles de Bárcenas aparece su nombre con una cantidad concreta. Ahora bien, el extesorero del PP ya ha cambiado de estrategia, y su actual línea de argumentación no choca con la del presidente. Según Rajoy los sueldos de los diputados tenían, en algunos casos, un complemento del partido que se declaraba a Hacienda. Los famosos mensajes de teléfono móvil que envió a Luis Bárcenas fueron despachados con formas simples. “Luis sé fuerte, mañana te llamaré”. Respuesta: “no llamé”.

Las declaraciones del presidente del Gobierno, en sede judicial, no suponen ninguna sorpresa. Desde que se filtraron los papeles de Bárcenas, la cúpula del PP lo niega todo. Papeles manuscritos contra declaraciones tajantes y solemnes. Por ahora, en el banquillo de los acusados se sientan personajes menores, por muy llamativas que sean sus maneras. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se aferran con todas sus fuerzas a los papeles de Barcenas, porque España va a liderar por cuarto año el crecimiento económico de los países avanzados.