Sin duda, es cansino que, a la hora de ocuparse de la política municipal ovetense, los pufos del pasado que no dejan de pasar factura en el presente más inmediato sean noticia de un modo casi continuo. Ahora resulta que el Tribunal Supremo inadmite los recursos presentados por el Ayuntamiento de Oviedo y Jovellanos XXI contra la sentencia que, en su momento, dictó el Tribunal Superior de Justicia de Asturias que obligaba al Consistorio a pagar 18 millones de euros por la liquidación del contrato de ‘los palacios’. O sea, por aquel intento de convertir Oviedo en una especie de Camelot al ‘gabiniano’ modo.
Miren, si no es Villa Magdalena, es el Calatrava, o El Asturcón, o vaya usted a saber qué. Pero llevamos todo lo que va de legislatura con estos petardazos que lastran tremendamente los presupuestos municipales. Y, según da noticia EL COMERCIO, los presupuestos del presente año, que aún no están oficialmente aprobados, se quedan en quimera, pues habrá que rehacerlos.
De pufo en pufo. Cierto es que hay que mirar hacia adelante. Cierto es que no sirve escudarse en la herencia recibida para no llevar a cabo un proyecto de ciudad. Cierto es que no se trata sólo de dejar claro que el municipio está lastrado a resultas de unos días, que fueron muchos años, de vino y rosas, en los que se hipotecó el futuro.
Dicho todo esto, estaría muy bien que el conjunto de la ciudadanía ovetense pensase a fondo en esta situación y tomase buena nota de las causas que nos llevaron a esta dinámica de tener que hacer frente a las consecuencias de una forma de hacer política que resultó ruinosa.
Los tiempos cambiaron mucho, ciertamente. Pero las responsabilidades políticas están ahí, con sus fechas, con sus acciones, con sus nombres y con sus apellidos.
Aquí, desde mi punto de vista, tocaría entonar también un ‘nunca más’ a los despilfarros y a los sobrecostes. Y, en el caso que nos ocupa, tampoco hay que olvidar que todo lo concerniente al proyecto que se llevó a cabo en los terrenos de lo que fue el antiguo Carlos Tartiere no sólo implica al gobierno municipal de entonces, sino también a otras administraciones que colaboraron con ello.
Toca pagar pufos, toca privar al presente de recursos que tienen que destinarse a deudas pasadas. Toca hacer memoria y entrar en una amarga y crítica lucidez.