Emilio Huerta, “Triqui”
‘‘Con la instantaneidad de la información, ya no queda tiempo para la historia’’. (Baudrillard).
Hace meses que tuve noticia de que su salud flaqueaba. Confieso que, cuando me dijeron que estaba en un proceso irreversible, sentí esa enorme impotencia que nos apodera en el momento mismo en que nos enteramos de que alguien que siempre derrochó vitalidad se encuentra ya en una cruenta cuenta atrás.
Ciertamente, hablamos no sólo de un político y sindicalista histórico, sino también de un hombre cordial al que nunca le faltó empuje y decisión, que jamás adoptó una actitud pasiva ante la vida pública.
No es el momento de entrar a valorar su larga trayectoria pública, sino de recordar a la persona, siempre cordial, con sentido del humor, para quien ser de izquierdas nunca fue, como para otros tantos, una mera cuestión de siglas.
Y, en este recordatorio de la persona, nunca olvidaré su ironía y proximidad cuando compartí con él algunos debates televisivos.
Y, por otro lado, quedó grabado en mi memoria para siempre, una noche a la puerta de una conocida cafetería de Oviedo, cuando lo vi hablando con Gerardo Iglesias, en la etapa en la que el político asturiano había dejado la capital del reino tras la fundación de IU y regresó a nuestra tierra, cuando se encontró con olvidos injustificados y con deslealtades tan humanas como mezquinas y desoladoras. El lenguaje gestual de ambos era lo suficientemente expresivo para percatarse de que había entre ellos una amistad forjada al fuego de las convicciones, así como de luchas comunes.
Años más tarde, en los días finales de vino y rosas entre el ‘arecismo’ e IU, ‘Triqui’ formó parte, junto a ‘Rivi’ y Alejandro Suárez, de una candidatura de IU en Oviedo en las elecciones de 2011, en las que, por cierto, Gabino de Lorenzo perdió su mayoría absoluta.
Como dije más arriba, no es el momento de recordar toda su trayectoria pública, ni tampoco de plantear acuerdos y desacuerdos que, a toro pasado, son muy fáciles de exponer, sino de recordar a uno de los personajes más omnipresentes en la política y en el movimiento sindical de nuestra tierra.
En el trato personal, ‘Triqui’ conseguía fácilmente el aprecio de los demás.
Me sumo al dolor y al afecto de los suyos, al tiempo que quiero insistir en su vitalidad y lucha.
