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Miguel Silveira

PSICÓLOGO DE CABECERA

AMOR ¿CIEGO O TUERTO?

Si bien se entiende que el amor puede ser ciego cuando uno se encuentra enamorado, a medio y largo plazo, cuando ha bajado la pasión, no debería ser ciego sino tuerto, es decir, que puede no verse nada con un ojo pero el otro deberá estar abierto y bien abierto. Lo malo de algunos amantes es que aun no estando ya enamorados, siguen sin ver, sin mirar con atención al ser amado, sin observar sus movimientos y reacciones y luego les sorprenden algunas reacciones.

Por mantenerse ciego cualquiera de los dos, por no observar atentamente qué intereses presenta el otro, qué lastres arrastra, el grado en que nos quiere, cuales son sus ideas de la familia o de los hijos, cómo influye la familia en la pareja, qué proyectos anidan en su mente, por no plantearse todos estos asuntos con visión objetiva y, sobre todo, por no valorar si el otro nos quiere de verdad, es por lo que algunos se verán implicados en problemas que nunca habían previsto, se sentirán atrapados o con difícil salida. Querer a una persona no debería impedir analizarla, observar sus comportamientos y no dar por supuesto que todo lo que haga es aceptable y estupendo.

El amor de pareja no conviene que sea una entrega total e incondicional por parte de uno de los dos, de forma permanente. Esa entrega debe dosificarse en función de la respuesta que el otro proporcione, de forma que la entrega se aumente poco a poco si el otro da respuestas en esa misma línea. Entregarse del todo, sin condiciones, sin mirar si responde proporcionadamente, aunque no sea en la misma medida exactamente, es un error porque la reciprocidad en cierto modo es la esencia del amor entre humanos, a no ser que uno quiera ser ciego por decreto, en cuyo caso nada hay que reprochar ni reprocharse si el cariño y la relación fracasan luego.

Este tipo de amor que se refiere no significa desconfiar del otro, simplemente observar cómo se mueve, escuchar qué nos dice o qué oculta y si lo que nos dice es coherente con lo que luego hace. Si todo va bien no existe inconveniente en ir volcándose cada vez más para felicidad mutua, pero es más preferible el amor tuerto, aquél que no renuncia a ver cómo va discurriendo la relación. Parecerá demasiado realista este planteamiento pero no hay que olvidarse de los muchos amores que se rompen por no mirar, por no ver, ni observar con cierta objetividad la relación, al tiempo que los dos colaboran en transmitirse afecto y apoyarse.

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Sobre el autor

Psicólogo clínico, experto en ansiedad y estrés C/ Carlos Marx,1 - 6º D Gijón (Asturias) http://www.miguelsilveira.com http://www.estresyansiedadonline.com


marzo 2009
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