Varias veces he tenido que ir al notario en mi vida anteriormente y siempre me quejaba de lo mismo. Que me lo leían todo de carrerilla y al final me pedían que firmase la escritura o el documento. Y yo solía firmar pero me quedaba siempre insatisfecho, no porque el notario me engañase, sino porque llegaba al final y no había comprendido plenamente todo lo que quería decir aunque yo lo intuyese. Por fin, esta semana he salido de un notario que según iba leyendo el documento nos iba explicando pedagógicamente todo el texto sobre todo en los deberes y en las implicaciones que suponía al estampar la firma. No avanzaba si no estaba entendido por nosotros con toda claridad. Y cuando llegamos a la firma, por la primera vez, salí contento de haberme enterado “pe por pa” del documento.

Qué alegría da encontrarse con maestros que en su profesión no sólo dominan el asunto sino que son capaces de transmitir con claridad de forma que se entiendan sus trabajos, escritos, conclusiones, cláusulas y demás. Qué gusto da encontrase así y qué poquito abunda la pedagogía como ejercicio en la mayor parte de los profesionales, aunque sean profesores, por supuesto. Y es que hay que saber pero saber hablar también es importante. Se me puede decir que hay personas más capaces y hábiles por naturaleza a la hora de enseñar, de transmitir y lo comparto pero también es cierto que se debería enseñar a los profesionales todos cómo transmitir para que sus clientes se quedasen tranquilos después de explicarles los asuntos pertinentes.

Estoy pensando ahora también en muchos profesores que dominan su materia pero son escasos en la pedagogía de la transmisión de sus conocimientos, que no se ven capaces de hacer fácil de entender lo que ya es complicado de por si. Estoy pensando en médicos, dentistas, psicólogos, abogados y otros varios oficios, entre ellos los informáticos, que, como ellos saben y dominan sus temas, creen que los demás estamos preparados para entenderlos aunque no nos los expliquen bajando a nuestro nivel que suele ser muy bajo, en general, pues no somos expertos en la casi totalidad de los conocimientos.

Por tanto sería de agradecer que los profesionales, todos, se esforzasen por hacer entenderse y con ello añadirían un plus a sus intervenciones, el plus de la satisfacción de que, ya que pagas, al menos te resuelven tus dudas y puedas preguntar y te contesten de forma que lo entiendas. En las escuelas y universidades tendrían que acostumbrarles a esta pedagogía a la que hago referencia. Sería muy deseable.