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Miguel Silveira

PSICÓLOGO DE CABECERA

EL RENCOR ENVENENA

 

Mantuvo con él una relación en apariencia buena durante un año de noviazgo, durante el cual ella le dio de todo llegando hasta  entregarle una importante cantidad de dinero para que saldase unas deudas pendientes. Pero las cosas se torcieron y el decidió dejarlo con ella y si te vi no me acuerdo. Ella le pidió entonces que le devolviese la cantidad prestada y al cabo de unos meses y constante insistencia, aún no ha cobrado  un euro y él se hizo y hace el desentendido, el sueco, el loco. Desde entonces ella vive colmada de rencor y dice no poder superar esa injusticia.

El rencor, esa emoción tan destructiva tiene la potencialidad de colarse en nuestro ser por todas las rendijas, activando la imaginación de terribles escenas de venganza y amargando la vida a quien lo experimenta, sobre todo si  dura un largo tiempo. Es una  reacción normal que se experimenta ante una injusticia inmerecida y se alimenta en tanto en cuanto la persona que ofende vive presente en nuestra conciencia, en el recuerdo permanente. El rencor es una emoción y la emoción sigue siempre a una vivencia injusta pero está conectada con la mente, con la imagen o imágenes del odiado y de sus actuaciones. El rencor debe ser laminado,  arrancado, extirpado a ser posible porque arruina las vidas, sobre todo si se le alimenta con frecuencia. Hay dos formas de afrontarlo, o bien a través de ejercer la  venganza para que el otro sepa lo que es bueno o, para no exponerse a los riesgos que la venganza implica, lo mejor es conseguir borrar de nuestra mente la presencia maldita del ofensor, porque mientras esa presencia sea real y se imponga la amargura está garantizada. No hace falta renunciar, si es que procede, a saldar la injusticia reclamando o litigando ante el juez,  pero, al mismo tiempo se debe  conseguir que en esos intervalos el otro quede b0rrado de la mente lo más que sea posible. Si no, el rencor puede llevar como revancha a graves consecuencias para aquel que lo siente, al tomar decisiones radicales o al menos a quedar impregnado de veneno. No es necesario perdonar al ofensor, como algunos pretenden. Con olvidarlo al máximo posible es suficiente.

Temas de psicologia cotidiana para ayudar a vivir mejor

Sobre el autor

Psicólogo clínico, experto en ansiedad y estrés C/ Carlos Marx,1 - 6º D Gijón (Asturias) http://www.miguelsilveira.com http://www.estresyansiedadonline.com


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