A propósito de la película El Gran Cuaderno de János Szász quisiera hacer constar que este duro film consigue reflejar fehacientemente los efectos de anestesia emocional que la experiencia de los enormes sufrimientos de la guerra consigue en ese par de niños y por extensión en los seres humanos. Endurecen el alma, en expresión usada en el film, lo cual viene a ser un mecanismo de defensa contra el hundimiento moral y psicológico . En efecto, aprender a sufrir, a encajar el dolor y el sufrimiento puede fortalecer al ser humano y prepararle para experiencias muy adversas, si se sabe encajar, si se sabe manejar esa experiencia. Y digo si se sabe encajar porque en otras ocasiones el excesivo sufrimiento lo que consigue es anular al ser humano y destruirle psicológicamente, haciendo de él en muchos casos, un ser indefenso. Encajar el sufrimiento que uno se va encontrando, tomándolo como un peaje inevitable de la vida, constituye una ventaja psicológica. Rechazarlo o tratar de ignorarlo, pretendiendo que no existe, no es sino un mecanismo de evitación que lo que hace es aumentar el miedo, la debilidad, la vulnerabilidad y la falta de fuerza para enfrentar los medianos o grandes contratiempos que a todos nos esperan, más tarde o más temprano. Viene esto a colación de que hoy en dia, dada la tendencia a que nuestros hijos sean felices y crezcan alejados de muchas frustraciones, no viene a ser del todo saludable, dado que no es esa una forma apropiada de prepararse para el afrontamiento de las mismas, cuando ya no estemos bajo el paraguas de la familia protectora. Espero que no se me entienda mal en el sentido de que creo que hay que hacer sufrir a nuestros hijos, como un entrenamiento positivo de resiliencia. No. Una cosa es provocarles sufrimiento para fortalecer el músculo de su voluntad y fortaleza y otra tender a aislarlos de todo mal. Esto vendría a ser una falta de realismo y por qué no decirlo, un error y una especie de injusticia al privarles de la oportunidad de fortalecerse y entrenarse para salir airosos de impactos emocionales fuertes. Aunque estemos en tiempos de paz afortunadamente, esos tiempos no nos eximen de otros padecimientos no tan graves como los de la guerra y por ello sería muy práctico tenerlo en cuenta con fines pedagógicos, psicológicos y de entrenamiento de la inteligencia práctica. El sufrimiento en dosis apropiadas puede ser muy pero que muy aprovechable.