Dada la difícil situación que supone tratar adecuadamente a una persona que está enfadada con nosotros porque se le puede escapar el control de sus reacciones fácilmente, voy a exponer algunas claves útiles para utilizar en ese momento.
En primer lugar la mejor posición es hablar sentados los dos, por eso se le invita a sentarse. Es una buena forma de evitar invadir la zona de privacidad de ambos y en este caso del que está enfadado para evitar que nos invada a nosotros. De pie es más dificil manejar la interacción.
No te olvides de llamarle por el nombre. A todos nos gusta que nos llamen por el nombre. Eso nos agrada y siempre dulcifica cualquier reacción. Amortigua la agresividad que el otro puede sentir hacia nosotros.
Trata de hablar con un volumen de voz más bien bajo y sin enfatizar demasiado algunas palabras. El volumen bajo ayuda al otro a reducir su agresividad y enfado.
En general también es conveniente reducir la velocidad del lenguaje que utilizamos. A más velocidad, más posibilidades de hacerle reaccionar más airado. A menor aceleración, mayores posibilidades de incitar a la calma y modular un poco su reacción.
No argumentar ni discutir. Más bien limitarse a hablar, a exponer sobre todo los hechos, procurando no meterse con su persona, sin usar adjetivos negativos contra ella.
Finalmente, aunque debe ser casi lo primero, es muy bueno escucharle atentamente y todo lo que tiene que decir, a ser posible sin interrumpir su exposición, aunque no estés de acuerdo. Si le escuchas le darás ocasión de desahogar su ira, su enfado y su molestia.
Evitar cualquier broma o sentido del humor porque puede ayudar a escalar su agresividad.
Usando estas técnicas es altamente probable que la conversación termine bien, bajo control y así nos habremos librado del riesgo de explosión y quizás se llegue a un entendimiento.
Mírale de frente pero no mantengas fija la mirada en sus ojos. Puede sentirse provocado