Lo publiqué hace años pero su contenido sigue siendo plenamente vigente en estos tiempos y en los que nos quedan por vivir y por lo mismo lo vuelvo a publicar.
En una jaula donde había un chimpancé y cuyos niveles de cortisol y de colesterol se habían medido previamente metieron una boa constrictor y le volvieron a hacer al chimpancé una análisis de sangre para ver la influencia del impacto. El resultado fue que los niveles de cortisol y de colesterol se dispararon.
Metieron a continuación un chimpancé de peluche en la jaula y de nuevo el análisis constató que los niveles se habían reducido, al verse acompañado, aunque sin alcanzar los niveles previos a la escena primera.
Es fácil concluir, por comparación, que sea cual sea nuestro estado de estrés, ansiedad o angustia y sea cual sea la causa que lo haya originado, lo cierto es que el ser humano se sentirá más aliviado, menos angustiado y estresado si dispone de apoyo emocional, de cariño, de buena compañía que le de seguridad y confianza y las dificultades se afrontan mejor si experimenta la ayuda y el calor del amor de sus seres cercanos.
Si en medio de la soledad impuesta nos sobrevienen peligros ante los que podamos sentirnos disminuidos, nuestras constantes vitales se dispararán también, en el colesterol, la tensión arterial, el cortisol y otros y bajarán más las defensas de nuestro sistema inmunitario. Nos sentiremos más debilitados.
Sentirse protegido es una gran defensa y un sedante mejor que cualquier psicofármaco, sea genérico o especifico.
Eso si, para obtener y sobre todo garantizar la protección conviene merecerla, aunque por otra parte no siempre esa protección se obtiene en la medida deseada a pesar de merecerla. Alguien que lea puede dar fe de que lo que digo es muy cierto.