Contra la impaciencia, buen alimento de la ansiedad y la tensión nerviosa, el mejor ejercicio es la paciencia, es decir entrenarse en la espera. Aquí van algunas pistas que pueden aplicarse fácilmente y que pueden resultar muy útiles.
Esperar a que el móvil suene tres veces antes de contestar.
Esperar a que el otro termine de hablar para intervenir, procurando no interrumpirle cada poco.
Esperar al fin de semana o a fin de mes para comprar algo que te gusta pero no necesitas ya!
Esperar a que llegue tu turno para comprar, hablar, gestionar, resolver, preguntar, etc.
Esperar a que todos estén sentados a la mesa para empezar a comer en vez de ir ya “picando”.
Esperar a contestar los correos cuando tengas un momento libre para ello.
Esperar a contestar los wasaps unos momentos en vez de hacer en cuanto suene el pitido, a no ser que sean urgentes.
Esperar a que llegue el momento apropiado de hablar, reconducir, criticar o corregir al otro.
Esperar en el stop cuando conduzcas o a que pase el peatón en el paso de cebra.
Esperar a la fiesta para estrenar.
Esperar a que tu hijo crezca para que vaya madurando.
Esperar a tener las cosas pensadas y analizadas en vez de precipitarte, sobre todo en temas delicados.
La lista no termina aquí. Tú puedes añadir tus propios elementos.
No es cuestión de esperar mucho tiempo. A veces es cuestión de segundos o minutos pero la espera fortalece la paciencia, disminuye la impulsividad, aumenta los aciertos, disminuye los errores, relaja, desacelera, no tiene uno que arrepentirse tantas veces o lamentarse, disminuye la ansiedad y atempera el espíritu. Aunque bueno es recordar que en estos tiempos casi todo está contra la espera y casi todo favorece la impaciencia, la impulsividad, la aceleración y la prisa. Por eso, esperar es un buen ejercicio. También contra la ansiedad.