Aunque se esperaba reacciones del Estado Islámico, la noticia de ayer de lo ocurrido en Dormund, Alemania, creo que no se le ha analizado la gravedad del intento.
Después del 11-S en Nueva York, las tres bombas ayer,por fortuna sin éxito salvo las lesiones de Bartra y el perder el oído del policía que iba al frente, creo que se trataba del mayor atentado que se hubiera producido en territorio occidental.
Me explico.
Ayer fue una operación de alta preparación y de alta potencia. Se buscaba, nada más, ni nada menos que acabar con todo un equipo de fútbol alemán, uno de los más antiguos y seminifinalista de la Champions.No sería solamente acabar con 50 personas, sino que en el marco de la información y con las trasmisiones de televisión mundiales, hubiera sido un atentado de primerísimo nivel. que ocuparía las primeras planas de todos los diarios mundiales y una durísima respuesta a Angela Merkel, por el apoyo del G-7, al ataque de Trump,contra Siria, y ,para los yihadistas, una muestra y un prestigio de categoría mundial.
Por fortuna, no pasó a mayores, pero mostró que a pesar de todas las medidas de seguridad en el estadio, en la ciudad, podemos ser victimas en Occidente, de cualquier atentado de esa magnitud.Tres artefactos colocados donde nadie se hubiera imaginado, manejados a control remoto contra el autobús de un equipo de fútbol requiere un grado de sofisticación que no tiene nada que ver con subirse a un autobús y lanzarse contra una multitud.
Mientras ello ocurría, Rusia a Irán amenazaban con graves represalias a los Estados Unidos, mientras que, menos viscerales, los chinos tratan de dialogar con Estados Unidos para que lo de Corea del Norte no pase a mayores e impedir el probar el misil intercontinental.