El Ministerio de Hacienda piensa publicar una lista de «grandes defraudadores y morosos». Vamos, los que no cumplen con sus obligaciones fiscales de manera, digamos, industrial. Dice Montoro que de lo que se trate es de que paguen, a través, claro está, de señalarlos de forma pública. Sería algo así como, al igual que en la novela de Hawthorne «La letra escarlata» , grabar en su pecho la “D” de defraudador. Pues bien, aunque estemos de acuerdo en el fondo –todos queremos que se acabe con el fraude fiscal- podemos discutir las formas. Resulta curioso que una simple comunidad de  vecinos con morosidad, no pueda hacer lo mismo que pretende el Ministerio. Digo más, si se le ocurre publicar en el tablón de anuncios el nombre del propietario que no paga las cuotas, seguramente acabará multada por vulnerar la Ley de Protección de Datos. Sin embargo, para las deudas públicas parece ser que el proceso va a ser mucho más fácil. El ministro piensa cambiar la Ley General Tributaria que ahora lo prohíbe y santas pascuas. Además, se me ocurren una serie de interrogantes a despejar. Por ejemplo. ¿Cuándo se haría la publicación? ¿Con un acta firme de inspección, con un acuerdo entre las partes, después de un contencioso? ¿Qué considera Hacienda un «gran defraudador»? ¿Al que evade millones de euros pero no puede pillar por su alta ingería fiscal? ¿Al que pillan pero luego le dan una amnistía –como sucedió últimamente- para que se regularice? ¿Al que, como Díaz Ferrán, no pagó nada en su impuesto sobre la renta de 2009; pese a tener un patrimonio de 93 millones de euros? ¿Al pequeño empresario o profesional que cometió un desliz en sus obligaciones? En Grecia, un periodista publicó la conocida como «Lista Lagarde». Contenía el nombre de 2.059 ciudadanos griegos con cuentas en Suiza. Un exministro, pese a no estar en esta lista pero sí en otras que comenzaron a circular, se ahorcó en su garaje.