Vivimos tiempos convulsos. Me refiero a que cada vez que se acude a las urnas, puede salir absolutamente cualquier cosa. Miren si no las primarias francesas, o lo que pasó en las elecciones de Estados Unidos. Nuestros vecinos eligieron a sus candidatos a la presidencia de la República a través de primarias abiertas. Es decir, no sólo podían votar los militantes, sino cualquier ciudadano que se apuntase. El resultado fue bien claro: en ningún caso aquellos que eran favoritos ganaron. En la derecha, el todopoderoso Nicolás Sarkozy fue derrotado con estrépito. Y en la izquierda, al primer ministro, Manuel Valls, le pasó un tanto de lo mismo. Con el agravante, digámoslo así, que los vencedores para nada mostraron discursos moderados. Más bien, todo lo contrario. François Fillon planteó un programa de corte neoliberal clásico, mientras que Benoît Hamon, por el partido socialista, coincide en muchos puntos con el populismo de izquierda más exacerbado. En resumen, que los electores franceses abandonaron el centro para marcharse hacia los extremos. En España, las primarias más interesantes, sin duda, las plantea el PSOE. Ahí van a concurrir, en principio, tres candidaturas. Presumiblemente, Susana Díez: presidenta de la Junta de Andalucía y secretaria general de la federación más poderosa. Patxi López: ex Lehendakari vasco y ex presidente del Congreso. Y Pedro Sánchez: presidente de su comunidad de vecinos por turno. Pues bien, a todas luces sería este último quien lo tendría peor. Su salida abrupta y enfrentada de la dirección del partido, los abandonos (traiciones lo llama) dentro de su candidatura y el escaso bagaje político del personaje le llevarían a ser un candidato menor. En nada comparable con los demás. Sin embargo, ya ven, yo creo que tiene sus posibilidades intactas. Esto es, el discurso hacia la bases absolutamente demagógico (vais a recuperar el poder, les dice), cómo quiere organizar el partido (nada de cargos, democracia directa) y esa imagen de «enfant terrible» enfrentado a una casta (que lo tiene secuestrado, asegura) le dan muchas opciones. Visto con la cabeza, Pedro Sánchez, ha dejado unos resultados electorales penosos, el PSOE hundido y sus propuestas están vacías como un cubo sin agua. Ahora bien, ha sabido captar el cabreo de la militancia socialista como nadie. Enfrentarse al aparato le es muy rentable y hace de ello su bandera. Si nos guiamos por lo que está pasando en Europa, no tengo ni la más mínima duda: Pedro Sánchez saldrá elegido secretario general. Tiene el voto de rebeldía de las bases y el modelo más radical. En estos momentos, garantía de éxito.