El próximo 30 de junio finalizan contrato varios jugadores. Entre otros, Roberto y Diego Castro. El portero ya dijo que estudiará su caso al final. Acabará la temporada con 29 años, que cumplirá en enero, y tiene previsto hacer su último gran contrato de su trayectoria deportiva, sin descartar el Sporting, sobre todo si es en Primera.

El caso de Diego Castro es diferente. Es un jugador que vino de la mano de Emilio de Dios y el cuadro técnico recomendó, hace tiempo, su renovación. En abril hubo un contacto, pero se aplazó para junio. Y en el verano, entre que Congo era la prioridad y el chaval iba a cambiar de representante, el tiempo empezó a pasar de forma vertiginosa y la negociación no se produce. El tiempo corre a favor del gallego y no olvidemos que en el Sporting se revalorizó de una forma importante. Antes de venir a Gijón, en Málaga, con una opción de renovación, el club andaluz desestimó sus servicios, aunque pocos meses después, cuando Muñiz empezó a mandar en La Rosaleda, bien que se le echaba de menos, sobre todo por el espectacular rendimiento que dio en el equipo gijonés.

La situación económica cambió. Ahora hay una partida de dinero algo más amplia para destinar a fichas de jugadores, por lo que es lógico invertir en los que van a sacar las castañas del fuego y, sobre todo, los que van a dar espectáculo. En el vestuario se sabe todo y a nadie se le escapa que jugadores como Gerard y Kike Mateo, con ofertas de clubes más importantes en el aspecto económico, optaron por Gijón. Son jugadores que se convirtieron en fundamentales en el nuevo esquema de Preciado, lo mismo que Matabuena. También Iván Hernández se integró muy bien, mientras el resto espera a la cola. Pero los titulares tienen unos sueldos superiores a los del antiguo límite salarial, ya desaparecido.

Diego Castro es un jugador básico en este Sporting. Dejar pasar el tiempo significará elevar el valor de la ficha, con algún club de Primera al acecho. El interior gallego está contento ye Gijón, cerca de su casa y disfruta en el Sporting. Si ahora hay más dinero y se incrementa el volumen de socios, sería conveniente estudiar el esfuerzo que hay que hacer para amarrarlo de forma inmediata. Que don Manuel y don Alfredo no se nos duerman en los laureles, por favor.