Acabo de regresar de Salamanca. El empate me supo a poco. Casi como una derrota. El Sporting demostró que es más equipo, fue mejor en el terrreno de juego y creó más ocasiones de gol. Sin embargo, hasta se pudo perder, por los riesgos defensivos y porque en la vanguardia se falla demasiado. Personalmente, esperaba mucho más de este partido. El empate no vale para una grada como la que fue ejemplar en el Helmántico.

Me pareció increíble que Diego Castro o Barral hayan desperdiciado dos ocasiones de gol que podían haber dado otro signo al partido. Tampoco entendí que Preciado mantuviera 75 minutos a dos laterales en la banda derecha con dos extremos en el banquillo, en un partido que era para ganar. Eso lo vio cualquier técnico y cualquier aficionado, lo mismo que quitar a Diego Castro, único jugador de banda que puede hacer alguna virguería que cambie un partido.

Y como esta Liga está loca, más loca que nunca, los de arriba no ganan y el Sporting, con un punto de los últimos nueve posibles, sigue en ascenso, pero con un pelotón a tres puntos de diferencia en vísperas de la visita de José Uribe.

El equipo perdió demasiado gas en las últimas semanas. Parece que la primera derrota ante el Celta dejó demasiado tocado al conjunto rojiblanco, que está obligado a volver a ser aquel que vimos en Soria, con dos inconmensurables Míchel y Matabuena en el centro del campo o a aquel Barral efectivo, no el del Helmántico. Echamos demasiado de menos a Kike Mateo y empiezan a alarmar tantas lesiones musculares.

Por cierto, quiero aclarar algunas interpretaciones erróneas o interesadas sobre censuras al cuadro médico. Su labor es respetable, como profesionales de la medicina, pero no algunos métodos utilizados para querer ocultar lesiones, según le interese al doctor Maestro o a su cuadro de auxiliares. Cuando Juanmi sufrió un desprendimiento de retina no se quería dar el parte hasta el día siguiente de la consulta. Con Kike Mateo se ocultó una lesión y una prueba radiográfica durante dos días. Hya más ejemplos. De todas formas, lo que vale es que el balón entre. Eso no tiene más interpretaciones.

Y hablando de goles, ya llegó Bilic. Hoy será presentado y mañana empezará a entrenarse en Mareo. Mientras, de Carlos Hidalgo no se sabe nada. Y eso que hace casi una semana que acabó su campeonato. En el club gijonés se el espera el dos de enero. A ver si el colombiano es un profesional de verdad y cumple con las fechas, sin perder aviones o disculpas similares. El croata es un espejo en el que podría mirarse. De momento, ya empezó a ganarse el puesto.

Y si aludimos a goleadores, Barral no anda fino, pero tendrá una buena competencia. Eso, si no lo traspasan antes al Almería. Se pueden sacar dos millones de euros. Las valoraciones de si merece la pena estudiar su marcha o no son cuestiones personales. Y ustedes son muy libres.