Yo sabía que iba a ocurrir, que el día menos pensado, muy gallego esta efemérides de no pensar, iba a suceder…. y sucedió. Resulta que al cumplir sesenta años, que suena así como a prefiambre, pues que Renfe te da una tarjeta dorada y te descuenta un 40% en cada viaje.
Vamos, que si tú vas de A Coruña a Vigo y antes te costaba 18 euros, pues ahora te sale a en 11. Y sabiendo esto, este día 30, que es mi cumple, me voy directo a la ventanilla más cerca de Renfeciña y pido treinta viajes de ida y vuelta en litera a Barcelona y dejo el alquiler del piso y a vivir en el tren, que me sale más rentable y a olvidarme del agua, de la calefacción, del IBI, de la luz… un chollo, lo tiene claro conmigo Unión Fenosa.
O sea; que yo cojo un A Coruña-Barcelona, que son 14 horas del ala y no precisamente del AVE ese, y en un mes ya sé que desayuno en la estación de partida, como en Tordesillas y ceno en Barcelona con un bocata por el medio en algún apeadero. Que me canso del mismo trayecto…. pues un A Coruña-Algeciras también tiene lo suyo, unas 13 horitas de marras, será ahora por trayectos… bo
Claro que esto me llevó a pensar: ¿y qué hago yo 14 horas en el tren, si por ejemplo voy a Barcelona o 13 si es a Algeciras?, ¿me aburriré?, ¿me resultará insoportable? Entonces en lo que primero que pensé es en lo que veo todos los días, en la ilegalidad, en la corrupción. Hablo con el revisor, hacemos un convenio marco y lo sustituyo unos días al mes pues a cambio de unas monedillas, unas comidas por la cara en el bar del tren o… yo que sé, vendo vías al peso, seguro que algo hay.
También pensé en una especie de lotería entre los viajeros yendo por los pasillos, y al final, pues un premio; por ejemplo, coche 3 asiento 14-B, y luego ya, pero en plan intelectual, pero por hacer algo, que con esto ya se sabe que no se gana dinero, pues contar relatos, explicar cómo se escriben cuentos infantiles, guiones de teatro, de cortometrajes… que malo será que no caiga una propinilla. Suelo dar tanta pena…
Estoy tan animado con esto de la tarjeta dorada y los sesenta años que hasta me da pena que no sean ochenta o noventa porque yo creo con esas edades los bordas. Te metes en un tren sin billete ni tarjeta dorada ni plateada ni gaitas y a ver quién es el guapo que te echa del tren… o vas a dejar por ahí tirado en una estación cualquiera a un “viejecillo”… por dios, nunca tal se oyera.
Yo pensaba que esto de cumplir años era un rollo, pues no, es lo mejor de la vida; vas a una panadería y oyes a uno: «atienda al señor», que la primera vez incluso miras para atrás para saber quién es, pero no hay nadie, y resulta que el señor, no el Señor Señor, que ese está en los cielos, el señor con minúsculas eres tú, tócate lo bemoles.
De verdad que tengo una ilusión de llegar a los noventa y pasar de todo, todavía más, que solo pensarlo, te lo juro que cada día me autoengaño y creo que si duermo tres siestas… pues que son tres días, una ganas, pero unas ganas… y si ocupamos entre varios tres vagones… ni me imagino doscientos pavos con noventa tacos en el tren.
¡¡Jefeeee!!, que hay que parar que se están acabando las bombas de oxígeno; ¡¡jefeeee!!, que tenemos que dar un paseo que nos los recomendó el médico; ¡¡jefeeee!!, que hoy es el día de las analiticas y tenemos que ir a un ambulatorio; ¡¡jefeeee!!… que este se confundió y que va para Segovia no a Barcelona; ¡¡jefeee!!…. joé, esto sí que sería vivir.