ObamaNation
Los últimos días en la campaña demócrata por la candidatura a la Casa Blanca han sido posiblemente los más beligerantes que se recuerdan en unas primarias en Estados Unidos. Con una carrera igualadísima entre los aspirantes Barack Obama y Hillary Clinton (apenas una diferencia de 139 delegados cuando se necesitan 2.024 para lograr la nominación) en el partido liberal han empezado a alzarse voces para que la senadora por Nueva York y ex primera dama de la nación se retire y ofrezca su apoyo al que podría ser el primer presidente negro en el país de las barras y las estrellas.
Qué duda cabe que en unas elecciones primarias tan reñidas ambos contendientes quieren utilizar todas sus armas. No es reprochable, teniendo en cuenta la meta que persiguen. Pero los continuos ataques entre ambos candidatos pueden estar logrando un efecto contrario al deseado. Esto es: el debilitamiento del futuro representante del partido, el que deberá luchar por la presidencia. Muchos analistas a este lado del Atlántico aseguran que John McCain, futuro candidato republicano, está encantado con la batalla que libran ambos senadores. No lo dudo. Cuanto más se desacreditan el uno al otro, más fuerte se ve el senador por Arizona.
El caso es que, a estas alturas de la contienda, las encuestas dan como favorito a Obama. Lo es por intención de voto, por la demografía de los estados que quedan por acudir a las urnas y por la gran ventaja económica que tiene su campaña frente a la de Clinton, de varios millones de dólares. El término “obamanation”, que fue acuñado en un juego de palabras por los detractores del de Hawaii en referencia a la palabra “abominación”, ha sido ahora adoptado por sus seguidores como “Obama Nation” (la nación de Obama). El sábado, el propio candidato pidió calma a sus partidarios diciendo que la senadora debía seguir hasta que considerase necesario y reiteró su deseo de que cesaran las presiones sobre su rival. Una muestra de que el propio Obama ansía el cese de los ataques que tanto daño pueden hacer a la candidatura demócrata.
Los demócratas deben decidir pronto quién quieren que luche por recuperar la Casa Blanca en noviembre para su partido. Sea Hillary, sea Obama. Pero si siguen empeñándose en destruir al rival, pueden acabar destruyendo sus opciones de vencer a los republicanos. Otra vez.