xxxxxA principios de semana, un medio nacional publicaba las escalofriantes cifras de pacientes en lista de espera que hay en España. Los números –oficiales- señalan que son más de 350 mil. De ellos, más de un seis por ciento se ve obligado a aguardar al menos un semestre para acudir a su cita médica. Suena casi tercermundista. Pero es la situación que vivimos hoy en España.
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xxxxxLo peor es que en muchas comunidades autónomas estos dígitos, de por sí deprimentes, no son fieles a la realidad. Valiéndose de numerosos tecnicismos, los responsables autonómicos hacen que las cifras queden muy por debajo del cómputo real. En Madrid, por ejemplo, la espera para una operación no supera el mes según cifras oficiales. Pero el informe no puntualiza que la inclusión del paciente en las listas se produce después de ser visto por el anestesista. Y ése es sólo un caso.
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xxxxxEn octubre la consultora de sanidad Health Consumer Powerhouse, una de las más prestigiosas de Europa en este campo, dijo que España estaba en el puesto 14 de los sistemas sanitarios europeos. Su mayor problema, según el documento, eran precisamente las largas esperas. Y la conclusión era contundente: si un ciudadano español quiere recibir una atención médica excelente, debe apoyarse en la sanidad privada. Bingo. Tenemos la solución.
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xxxxxHay países, como Estados Unidos, en los que las listas de espera no existen. Uno simplemente va al médico, da su tarjeta del seguro y le atienden. El sistema de pago funciona igual que el de la Seguridad Social. Le descuentan una cantidad del sueldo mensual, y el empleado pasa a estar cubierto por la póliza que ofrece su empresa. El problema, como decía Marciano Sánchez, de la Federación de Asociaciones de la Sanidad Pública, es que no todo el mundo trabaja para una compañía que garantice esas opciones, por lo que una parte de la población no puede pagar sus necesidades de salud.
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xxxxxEn esta legislatura el gobierno debe encontrar solución al problema. Y ésta probablemente pasa por la creación de un sistema mixto de cobertura sanitaria, con ayudas para que las empresas puedan asegurar a sus empleados y éstos tengan la oportunidad de acudir a la sanidad privada. De ese modo se reducirían igualmente las esperas para los no asegurados. Así, ganamos todos.
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