Hay gente que aprecia poco su vida. Al menos, eso parece. Un 90 por ciento de la población del sur de Luisiana evacuó la zona en los días previos al paso del huracán Gustav. Pero otras 100.000 personas decidieron quedarse en Nueva Orleans y los municipios cercanos, haciendo caso omiso de los consejos de las autoridades. Un auténtico desafío a la fuerza de la naturaleza, que en muchas ocasiones acaba dejando un saldo de numerosos muertos y heridos, todos ellos evitables.
Esta vez los gobiernos estatal y federal han actuado a tiempo, y con extrema prudencia. Algo que sin duda faltó en las fechas previas al paso de grandes tormentas como Katrina, Wilma o el todopoderoso Andrew. Pero a pesar de los esfuerzos de las autoridades, una vez más habrá que lamentar la pérdida de vidas que podrían haberse salvado.
Cuando cubría tormentas en Florida, solía estar destinado al ojo del huracán, generalmente en la zona de Key West (Cayo Hueso). Las puertas y ventanas de toda la zona se sellaban con madera. Los más precavidos abandonaban el lugar días antes. Pero otros residentes, desoyendo el llamamiento de evacuación, decidían quedarse a pasar el temporal en sus casas. Muchos de ellos lo hacían en viviendas móviles, tipo caravana, incapaces de aguantar los vientos de cualquier tormenta superior a categoría 1. Una auténtica locura, fruto de la desesperación, de las ganas de aferrarse a los bienes materiales o de la simple ignorancia. Algunos incluso aprovechaban el oleaje previo a la tormenta para practicar surf. Una actitud que, a muchos, les costó la vida.
Sólo durante la evacuación de Nueva Orleans han fallecido tres personas que estaban enfermas. A ellas hay que sumarles al menos otras 96 que murieron en las islas del Caribe al paso del ciclón. Y las que se sabrán cuando se lleve a cabo el recuento final tras su paso por Estados Unidos.
Katrina costó la vida a cerca de dos mil personas. Esperemos que Gustav, apodado por el alcalde de Nueva Orlenas, como “la madre de todas las tormentas” no se acerque ni remotamente a esa cifra. Al menos, no la ayudemos a que sea así.