Lo prometió hace apenas nueve meses, en plena campaña electoral. Y ya lo ha cumplido. Barack Obama pisa América Latina por vez primera como presidente de Estados Unidos llevando un mensaje de unidad y colaboración. Una postura muy distante de la de su antecesor que, aunque empezó con buenas intenciones, acabó levantando un muro de cemento en la frontera sur del país.
Obama pasó por México un día antes de dirigirse a la Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago. Allí volvió a reiterar su voluntad de cooperación con los países latinos. Una contribución que muchos esperan se traduzca en ayudas económicas, apoyo contra el narcotráfico y una reforma migratoria justa para todos los inmigrantes que se encuentran indocumentados en Estados Unidos.
De momento el gobierno estadounidense ya ha movido ficha en varios campos: ha concedido 400 millones de dólares anuales a México para luchar contra el comercio de estupefacientes; se han levantado las restricciones en los viajes y envíos de remesas a Cuba; y se ha reiterado el interés del nuevo presidente en iniciar un diálogo con Caracas que hace apenas meses parecía imposible. Grandes pasos hacia una mejor convivencia en el continente americano.
El nuevo líder demócrata está en deuda con los latinos, y es consciente de ello. No en vano logró la presidencia gracias –entre otros factores- al apoyo de un 66% de los electores hispanos en los comicios de noviembre de 2008. En aquellas fechas, su mayor promesa hacia este colectivo era la de cambiar la realidad de los doce millones de inmigrantes sin papeles que viven y trabajan en la nación de las barras y las estrellas. Algo que prometió llevar a cabo en su primer año de mandato, si bien es cierto que la situación internacional actual puede retrasarlo hasta 2010.
Lo que queda claro es que Obama tiene Latinoamérica en su agenda. Y no sólo para hablar de tráfico de drogas o de seguridad pública, sino para establecer estrategias conjuntas y de cooperación en economía y energía, entre otras materias. Algo que debe ayudar a sus vecinos del sur a mirar con optimismo hacia el futuro. Una oportunidad que, simplemente, no pueden dejar pasar.