Pocas cosas le quedan ya por intentar a Barack Obama para promover la aprobación de su ansiada reforma sanitaria. Tras el fallecimiento de Ted Kennedy el pasado mes de agosto, el mandatario es consciente de lo difícil que se le ha puesto el camino para lograr el consenso a favor de tan discutida medida. Desde Truman a Johnson, pasando por Nixon y Clinton, ningún ocupante de la Casa Blanca ha logrado completar una reforma sanitaria definitiva. Obama sabe que se encuentra “sólo ante el peligro”, por lo que ha decidido apoyarse en la comunidad médica estadounidense en un nuevo intento por salvar una de sus grandes prioridades a nivel legislativo.
El presidente ha hecho énfasis en las experiencias vividas por médicos de todo el país, quienes -según él- han visto lo que pasa “cuando sus pacientes no pueden recibir los cuidados que necesitan porque una compañía de seguros ha decidido cancelar o limitar su póliza”. Una realidad que se ve empeorada por los aproximadamente 47 millones de personas que carecen de seguro médico alguno en el país de las barras y las estrellas.
La reforma tiene muchos puntos objetivamente positivos, aparte de los meramente sociales y humanitarios. No sólo favorecería el acceso a la salud pública de millones de personas sino que, de ser ratificada, la propuesta de Obama permitiría a las pequeñas sociedades comprar seguros a mejor precio y con mejores servicios. De ese modo el líder demócrata asegura que el proyecto de salud puede incidir directamente en la creación de nuevos empleos, ya que muchas pequeñas y medianas empresas deciden no ampliar el número de personal por no poder (o no querer) hacer frente al desembolso económico que suponen los seguros que ofrecen a sus empleados.
El comité de Finanzas del Senado votará esta semana su proyecto de ley sobre la reforma. Una vez aprobado –algo que debe ocurrir salvo sorpresa de última hora- los demócratas de la Cámara deberán combinar la nueva medida con proyectos de características similares aprobados anteriormente en el Comité de Salud.
Hace alrededor de un mes, Obama decía aquello de “no soy el primer presidente que afronta esta causa pero estoy decidido a ser el último”. Ahora es el momento de hacerlo realidad. Esperemos que los republicanos le permitan cumplir su palabra.
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