El Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero sigue empeñado en demostrar que la improvisación es el auténtico núcleo de su política, y su incapacidad para prever más allá de la siguiente cabecera de periódico es tan cierta como patética. Pero lo peor del caso es que lo demuestran y admiten abiertamente, como si la cosa no fuera con ellos. El último ejemplo, la decisión pendiente sobre la subida o no de los impuestos en el año 2011.

Quedan sólo 5 meses para diciembre, pero ni el Secretario de Hacienda y Presupuestos ni la Ministra de Economía saben aún que pasará después de fin de año con los impuestos que pagamos todos los españoles. Uno afirma -sin ningún tipo de reparo- que el Gobierno no tiene “ningún plan concreto” al respecto. La otra, que todavía “no lo tienen decidido”. Y se quedan tan frescos. Son estos los personajes que hacen que España siga por el camino de la ruina total. Un quiebra que sólo se evitará si nuestra ya débil economía logra aguantar hasta el final de su legislatura. Crucemos los dedos para que así sea.

¿En qué cabeza cabe que la máxima autoridad económica de un país no sepa lo que va a hacer con la economía de dicha nación en los próximos cinco meses? ¿No es ese su cometido? ¿No es esa la labor para la que ocupa un Ministerio? Lo de este Gobierno es de ver para creer. Y los españoles seguimos tragando, esperando que pase el chaparrón. Asumiendo, con la cabeza gacha, las subidas aleatorias del IVA que ya son una realidad. Aceptando a regañadientes las bajadas salariales del funcionariado. Y deseando que el de la ceja se vaya cuanto antes de la Moncloa.

Los europeos ya respiran tranquilos, porque Zapatero no ha hecho absolutamente nada en los últimos seis meses de Presidencia de la Unión. Ni bueno, ni malo. Nada. Todo un triunfo para nuestros amigos comunitarios, a los cuales hoy envidiamos más que nunca. ¡Qué suerte habéis tenido, que se ha ido sin joder nada! A nosotros no nos caerá esa breva.

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