No es una deferencia hacia el actual presidente… aunque a ratos lo parezca. El candidato republicano a la Casa Blanca se ha empeñado en las últimas semanas en dar ventaja de salida a su rival en la carrera presidencial, Barack Obama. Mitt Romney ha cedido, de forma casi unilateral, valiosos puntos de intención de voto en los sondeos. Lo que hace que, a poco menos de seis semanas para los comicios, vaya por detrás en las encuestas.
La situación pintaba bien para el bando republicano apenas unos días atrás. En las jornadas previas a las Convenciones de uno y otro partido, los sondeos arrojaban un empate técnico entre ambos candidatos, lo cual era un fantástico punto de partida para los conservadores. La estrategia de atacar al presidente utilizando la crisis económica del país parecía entonces suficiente para mantener a Romney fuerte y en primera línea de cara a los últimos días de campaña, en los que realmente se decide todo.
Pero Romney parecía querer lograr el más difícil todavía. Una serie de meteduras de pata innecesarias e impropias de un candidato a la presidencia le han relegado a una clara segunda posición en las encuestas de intención de voto. Primero fueron las declaraciones grabadas en un acto recaudatorio para su campaña en las que aseguraba que el 47% de los estadounidenses querían ser unos mantenidos y que él no buscaba su voto. En esa misma grabación dejaba claro que no creía en la paz entre Israel y Palestina, y que más que arreglar el conflicto, pensaba “vivir con ello”. Hace pocas jornadas, soltó una perla en la que se preguntaba por qué no pueden abrirse las ventanas de los aviones durante el vuelo. Algo que ha hecho preguntarse a muchos votantes si realmente está capacitado para dirigir el destino del país.
Actualmente dos de los más importantes medios de encuestas de Estados Unidos sitúan a Obama entre ocho y diez puntos por delante en Ohio (nunca un republicano ha llegado a la Casa Blanca sin ganar en este Estado) y entre seis y nueve en Florida. Dos plazas clave que afectan directamente a la media nacional de intención de voto, en la que el de Honolulu aventaja ya en seis puntos al de Detroit. Es más, el 61% del total de los estadounidenses piensan que Romney no está haciendo una buena campaña. Y empieza a haber ya pequeños distanciamientos dentro del partido entre su candidato y algunos de los pesos pesados del bando republicano. Todo indica que en las próximas jornadas Romney mantendrá un perfil más bajo en favor de su mujer Anne y del carismático Paul Ryan –candidato republicano a la vicepresidencia- para apaciguar los ánimos antes de echar el resto en la recta final de campaña.
Así las cosas, Obama tiene motivos para sonreír. El ex gobernador de Massachusetts le ha facilitado una campaña que a priori tenía muy complicada. Ahora, gracias a Romney, parte con ventaja.