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Miguel Ángel Rodríguez Caveda

Al otro lado del Atlántico

La TV pública griega, la primera grande en caer

Son tiempos difíciles para los periodistas de toda Europa. En el aspecto laboral, sobre todo. Al aumento progresivo del número jóvenes que salen al mercado con estudios de Periodismo y Comunicación Audiovisual se ha sumado la crisis económica de los últimos años, y a ella la mala –en ocasiones pésima- gestión de los medios de comunicación, principalmente los públicos.

La televisión pública griega, la ERT, cerraba esta semana sus puertas y abandonaba sus emisiones debido a una situación financiera insostenible. Casi 2700 trabajadores, un coste superior a los 300 millones de euros anuales y un modelo de trabajo desorganizado, opaco y despilfarrador han sido las claves para el cierre de la cadena. Con este “apagón” Grecia es, momentáneamente, el único país de la Unión Europea sin televisión pública.

En apenas unas semanas se empezará a organizar una nueva televisión que según fuentes cercanas al Gobierno contará con los recursos de la antigua ERT (archivo, material, etc) pero con solamente 700 trabajadores, dejando a 2,000 periodistas y técnicos en la calle. Esto en un momento en que los medios de comunicación están despidiendo en lugar de contratando.

La ERT es la primera en caer, pero puede no ser la única. Las exageradas estructuras de las televisiones públicas son un lastre demasiado grande para poder cargar con él en la coyuntura actual. En España lo estamos viendo actualmente con Telemadrid, pero ya hubo privadas que cayeron como CNN+ por no ser rentables o suficientemente competitivas debido a sus elevados costes.

El modelo clásico de televisión “grande”, con infinidad de personal y medios propios, va llegando lentamente a su fin. Un nuevo modelo, menos pesado, más ágil, dinámico y rentable será el gran triunfador, como ya lo fue en los canales locales estadounidenses años atrás: medios buenos, pero justos, para resolver las tareas; personal suficiente pero no sobrante; y una buena cartera de proveedores o freelance para sacar adelante picos de trabajo. El ahorro, tanto en personal como en material y mantenimiento es enorme, y las cifras no se pueden discutir.

El cierre de la ERT es un aviso de lo que puede pasar a otras televisiones públicas, nacionales o autonómicas, si no se deciden a reestructurarse para lograr un modelo sostenible. Cuando más se retrasen los cambios, más cerca estarán del posible apagón.

www.miguelangelrodriguez.net

Sobre el autor

El periodista asturiano Miguel Ángel Rodríguez Caveda analiza la actualidad de España vista desde Estados Unidos


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