Dicen que aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Probablemente esa misma frase podría aplicarse a la nueva alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. La jueza emérita, que quiso dar una imagen conciliadora y abierta en sus primeros días al frente de la capital, ha dado luz verde a una página web en la que su equipo se dedicará a desmentir noticias que consideren falsas o no corroboradas. Y lo harán al más puro estilo venezolano: señalando con nombres y apellidos a los medios y periodistas que hayan publicado dichas informaciones.
A nadie se le escapa que éste es el primer “ramalazo” de estilo pseudo-bolivariano de Carmena, de los muchos más que previsiblemente vendrán. Que la nueva alcaldesa de una ciudad como Madrid presente como dos de sus primeras medidas el cambio de nombres de algunas calles y la creación de un sistema para corregir a los medios de comunicación indica claramente por dónde van a ir los tiros. Y el rumbo es preocupante.
Ante esta nueva herramienta web de Carmena -que desde el ayuntamiento han bautizado como ‘Versión Original’- la presidenta de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España, Elsa González, ha denunciado que tiene un claro “halo de censura” porque cuando “el poder usurpa el papel de los medios de comunicación en una sociedad democrática” pueden perderse libertades necesarias para que el periodismo se ejerza “con todas las garantías de libertad en fondo y forma”.
La alarma ha saltado ya entre los medios, que están desde este miércoles bajo el escrutinio de la web de Carmena. Algo que puede llegar a coaccionar a los profesionales de la información a la hora de ejercer su función. Unos profesionales que, no lo olvidemos, se rigen por un código deontológico que habla de rigor, confirmación, veracidad y ética. Algo que desde luego no debe imponerse desde el poder político.
La Constitución Española garantiza la libertad de información, así como el derecho de los ciudadanos a recibir información libre y plural. Con acciones como ésta, cada día estamos más cerca de Venezuela y más lejos de nuestra propia idea de democracia.
@rodriguezcaveda